Miguel Ángel Sureda y Cristian Alcaide son desde la noche del martes dos héroes en Sant Llorenç y en la Isla entera en cuanto se sepa su historia. Durante la riada que dejó 12 muertos en Mallorca, que a la calle donde residen afectó de manera directa, se armaron de valor para socorrer a los cuatro hijos de una familia magrebí. Además, Miguel Ángel logró poner a buen recaudo a sus dos vástagos de cinco y un año de edad.
A Cristian, amigo de Miguel Ángel, la tormenta le sorprendió en «pijama y chanclas». Escuchó los gritos desesperados de sus vecinos y no se lo pensó dos veces. Se aseguró de que su mujer y su bebé estuvieran a salvo en casa y salió a la calle. «En ese momento no piensas en nada», relata.
Rescate
Miguel Ángel es vecino de la familia magrebí, que vive justo debajo de su casa. En el momento en el que se desató la lluvia en Sant Llorenç estaban viendo la tele. Pensaba que por la altura de su vivienda estarían seguros pero en cuanto notó que le entraban goteras su plan cambió. Abrió la puerta y la mirada se le fuera hacia la planta baja. Allí estaban sus vecinos pidiendo auxilio. A sus cuatro hijos se había sumado un bebé de diez meses de otra residente, que los dejó en casa de los magrebíes. Miguel Ángel, en ese momento, empezó a portar a niños como buenamente pudo. Ayudado por su amigo Cristian y un cable de luz que les servía de apoyo para pasar de la terraza de la vivienda en alto, lograron uno a uno sacar a los menores. Una vez en la calle, que se empezaba a llenar de coches arrastrados por la riada, caminaron sobre los capós de los vehículos hasta llegar al final de la vía, que tiene pendiente y era, en principio, un lugar seguro. «Los vecinos nos pedían que no nos moviéramos, pero, ¿cómo no nos vamos a mover si había una familia pidiendo ayuda?», rememoran los dos.
Durante el relato de su acción heroica no se olvidan del dueño del gimnasio de esa calle. Lo perdió todo, pero aún le dio tiempo a pensar en ceder sus instalaciones para que sus vecinos más próximos estuvieran a buen recaudo. «El hombre se portó de diez. Nos dijo que podíamos refugiarnos allí y que teníamos agua y algo de comida», explican.
Ambos, Miguel Ángel y Cristian, lamentan el tiempo que tardaron los bomberos en poder acceder al pueblo. «Si hubieran podido venir a ayudar antes, muchos dramas se hubieran podido evitar».
La mujer de Cristian, de origen andaluz, asoma por la calle con su bebé en brazos y también recuerda lo que ocurrió. Y se emociona. También tiene tiempo a explicar lo que siempre se ha dicho en el pueblo. «Cada treinta años, el tiempo nos da un susto. Ocurrió en 1989 y antes en los años 60. Los mayores del pueblo siempre lo recuerdan y mira, no les falta razón visto lo visto», comenta. A pesar de estar pendiente de que el temporal no le golpease, la fémina vio como desfilaban los vehículos por la calle inundada. «Los coches parecían colchonetas de playa».
Miguel Ángel y Cristian son desde el pasado 9 de octubre dos valientes y dos héroes. Son de las pocas cosas buenas que ha dejado una tormenta desatada que ya se ha cobrado la vida de doce personas en el Llevant de Mallorca, entre ellas cuatro extranjeros.