Está siendo la etapa más dura de su mandato como consellera, pero Patricia Gómez cree que comienzan a aparecer datos para la esperanza con la progresiva bajada de casos nuevos de coronavirus. No obstante, dice que no hay que bajar la guardia todavía.
¿Empezamos a doblegar a la enfermedad?, ¿ya hemos pasado el famoso pico?
—Los datos son positivos porque vemos cómo mejoran desde hace unos días: los casos más graves han bajado y también las hospitalizaciones. Aún disponemos de muchos recursos de camas en hospitales y en unidades de críticos, pero estamos en una calma tensa por si aparecen focos inesperados.
¿Por qué hay menos incidencia en Baleares?
—Creo que nos ayudó mucho tener el segundo caso de España, porque nos sirvió para ponernos a trabajar antes y para empezar a planificar. Cuando en Italia comenzó la fase grave, encargamos respiradores y teníamos el trabajo adelantado. Aunque este es un territorio muy frágil por la cantidad de llegadas de otros países, tuvimos muy localizados los contagios. Pero también ha ayudado el gran trabajo que se ha hecho desde Atención Primaria. Ha sido fundamental porque se ha podido tratar a muchos pacientes en su domicilio y eso ha permitido que no se colapsaran los hospitales.
Los datos sobre los contagios en los sanitarios no son tan positivos. ¿Qué ha fallado?
—Estoy preocupada por estos casos porque me aseguran que los trabajadores han contado con todos los equipos pero los sindicatos dicen lo contrario. Ha habido errores en la puesta a disposición de ese material y los asumo porque esto es responsabilidad nuestra. Esta es una enfermedad muy contagiosa y me preocupa la situación de los profesionales. Me parece muy injusto que se contagie una persona que está haciendo su trabajo y este asunto me provoca mucha tensión. La semana pasada llegó material, que nos ha permitido mejorar la situación, y hoy llegará más. Espero que remitan la situación.
¿Se sienten abandonados por Pedro Sánchez, que no envía el material prometido? Han tenido que comprarlo fuera ustedes mismos.
—El material va llegando, aunque también hay que entender la situación del Gobierno. Baleares no tiene la afectación de otras comunidades y por eso se derivan recursos a las más afectadas. A veces no es fácil de entender la singularidad de las Islas y sus complicaciones logísticas y por eso también hemos buscado material por nuestra cuenta a través de nuestros proveedores y directamente desde China.
Visto con perspectiva, ¿fue una buena idea que el Gobierno centralizara la gestión?
—Esta enfermedad está siendo imprevisible y decisiones que pueden servir hoy no sirven mañana. Aquí no se han tomado decisiones políticas, sino técnicas, apoyadas por la comunidad científica. Creo que es bueno informar de manera coordinada, pero hay que tener en cuenta las particularidades de cada uno. Pero insisto, todo era muy difícil de prever de antemano: parecía imposible llegar al nivel de contagio al que hemos llegado y eso hace que las decisiones vayan cambiando.
¿Por qué no se hacen los tests rápidos a todos?
—Hay algunos que apenas tienen una sensibilidad del 30 por ciento, pero nosotros estamos haciendo otros mucho más fiables y ya llevamos 20.000. Estos tests rápidos van bien para saber quién ha pasado la enfermedad porque eso significa que está inmunizado, aunque no se sabe por cuánto tiempo. Sería positivo tenerlos para poder hacer a todos los profesionales de primaria.
Los expertos aseguran que la cifra de contagios es mucho más elevada de lo que dicen.
—Sí, eso es lo que dicen, aunque también hay que precisar que no dejan de ser proyecciones. Una economista canaria muy reputada asegura que allí puede estar contagiado el uno por ciento de la población. Aquí se habla de entre 7.000 y 10.000 personas (la cifra oficial es de 1.293 positivos), pero es muy difícil saberlo. Insisto: a pesar de que somos un territorio frágil porque llega mucha gente de fuera, hemos sabido controlarlo.
Ya se empieza a hablar de desconfinamiento a pesar de que Armengol pide mantener el cierre duro, ¿cómo debería hacerse?
—La presidenta Armengol, que siempre va por delante, ya nos ha pedido que empecemos a preparar un documento científico y ya tenemos varios expertos que se sumarán a este trabajo. Para nosotros sería interesante que hubiera diferencias en cada territorio, pero en cualquier caso, es un documento aún abierto.
¿Se podría permitir cierta movilidad interna en los ciudadanos de Baleares mientras se mantienen cerrados puertos y aeropuertos a población de fuera, por ejemplo?
—Estamos trabajando en un desconfinamiento gradual, avanzar primero dentro y dejar salir a los niños, que están llevando este confinamiento mejor de lo que pensábamos. Sería una primera vía. También se podría dejar salir a enfermos crónicos que tienen prescrito ejercicio físico, pero aquí hay discrepancias. El siguiente paso sería la apertura de comercios, manteniendo la distancia de seguridad y la higiene.
¿Y los puertos y aeropuertos?
—Aún no hemos entrado en el turismo, qué hacer cuando toque abrir puertos y aeropuertos. Creo que habrá que pensar en una estrategia mundial para poder controlar a las personas desde el origen y seguir el control una vez aquí. Ahora hacemos controles sanitarios en las llegadas, pero hemos hecho 6.000 en todos estos días con su seguimiento posterior. Eso es impensable con 60.000 o 600.000 llegadas, por eso es una de las cuestiones que se están estudiando.
¿Qué ha aprendido de todo esto?
—En materia sanitaria, hemos visto que las urgencias se han reducido de forma notable aunque los enfermos graves siguen llegando. Tal vez se atienden muchas urgencias que no lo son. También que la Atención Primaria es fundamental y que muchos problemas se están resolviendo sin necesidad de desplazarse.