Un estudio concluye que retrasar la segunda dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna contra la COVID-19 «puede salvar vidas». El especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, Joan Carles March, recuerda que esto es lo que ha hecho el Reino Unido.
En este sentido, argumenta que «las segundas inyecciones de ambas vacunas están diseñadas, según los fabricantes, para administrarse dentro de las tres a cuatro semanas posteriores a la primera dosis. El Reino Unido, sin embargo, optó por un retraso de 12 semanas entre las dosis en un intento por garantizar que más personas recibieran su primera vacuna más rápidamente».
March argumenta que «la evidencia inmunológica ha demostrado una alta protección con una dosis, hasta alrededor del 80 % con Pfizer y Moderna, que son vacunas de ARNm. También hay pruebas del programa de inmunización del Reino Unido de que es poco probable que las personas que reciben una dosis única de las vacunas sean hospitalizadas por COVID-19».
El estudio de EEUU hace un modelaje del efecto de retrasar las segundas dosis de las vacunas DE Pfizer y Moderna, las dos utilizadas allí, en poblaciones donde el lanzamiento de la vacuna es lento debido a la escasez mundial. Tras las averiguaciones descubrieron que administrar una sola dosis a más personas al retrasar la segunda inyección salvaría vidas.
El especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública precisa que «en las personas menores de 65 años, donde la eficacia de la vacuna es del 80 % y solo se vacuna entre el 0,1 % y el 0,3 % de la población al día, se podrían haber evitado entre 47 y 26 muertes por cada 100.000 personas, según dicen en su artículo en el British Medical Journal».
Por tanto, concluye que «el estudio demostró que retrasar la segunda dosis en todo el mundo controlaría la enfermedad más rápidamente y evitaría que las variantes emergentes afecten a más países».