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La paralización económica por la covid hizo caer un 40 % los accidentes laborales en Balears

Durante el año pasado se produjo un total de 15.092 incidentes, de los que solo 93 fueron graves

La mayor parte de los incidentes se da en el sector servicios, que fue uno de los más afectados por la pandemia vírica. | Efe

| Palma |

La paralización de la actividad económica durante el año en que estalló la pandemia de coronavirus también tuvo efectos positivos: el número de accidentes laborales cayó un 40 % con respecto al año anterior. Durante meses hubo confinamiento, los trabajadores no salieron de sus casas y la economía de Balears, muy ligada al sector servicios, se vio especialmente afectada por la crisis, lo que dejó a miles de trabajadores en ERTE, sin capacidad de trabajar, y ahí siguen así muchos de ellos.

Los datos que acaba de hacer públicos el Instituto Nacional de Estadística (INE) son elocuentes. Durante 2020 se produjeron 15.092 accidentes laborales, cuando un año antes la cifra global fue de 25.164, es decir, una reducción general del 40 %. La segunda buena noticia relacionada con este asunto es que, en consecuencia, también se redujeron los accidentes considerados graves. Hubo 93, una cifra sensiblemente inferior a los 150 del año anterior.

Los fallecidos

La cifra de muertos en accidente laboral se redujo a la mitad: hubo seis fallecimientos frente a los 12 del año anterior. Como es lógico, también se redujo de forma muy sensible el número de accidentes laborales in itinere, es decir, en el momento en que el trabajador se dirige a su puesto de trabajo o sale de él.

De esos 15.092 accidentes que hubo en 2020, un total de 1.732 se produjeron en el trayecto entre casa y el trabajo; 27 de ellos fueron graves y uno, mortal.

Hay que remontarse a la anterior crisis, la inmobiliaria, para encontrar unos datos de siniestralidad laboral tan bajos. En 2012 hubo 14.529 accidente laborales, justo por debajo de los datos de 2020, con un nivel de paro que estaba disparado por la situación económica. En ese año, aunque hubo menos accidentes en su conjunto, hubo un mayor número de accidentes graves.

La cifra de accidentes laborales mortales se ha ido reduciendo de manera progresiva en los últimos años. Los seis muertos que se registraron el año pasado están muy lejos de las cifras de otros años. Si se analizan los datos de las dos últimas décadas, la mejora es sensible: en 2004 hubo 28 muertos en un accidente laboral, la cifra más alta de los últimos 20 años, y en 2008 volvió a haber 27 muertos. Desde ese año las cifras han ido a la baja, con algún repunte extraordinario en los años 2015 y 2017.

Si solo se miran los accidentes que se produjeron en el puesto de trabajo y no los que se dieron en el trayecto de casa al empleo, los datos son muy ilustrativos si se busca la diferencia entre hombres y mujeres. De los 13.360 accidentes en el puesto de trabajo, 9.970 afectaron a hombres mientras que 3.390 eran mujeres. En ambos casos, el mayor número de accidentes se da en la franja que va de los 40 a los 44 años.

Por actividad

Los trabajadores cualificados de la construcción, excepto operadores de máquinas, es el grupo donde se dan más accidentes laborales, seguido de los trabajadores de la restauración y el comercio. Sin embargo, un año antes las cifras estaban cambiadas y, sin pandemia, la mayor parte de los accidentes se produjeron en el sector de la restauración y el comercio y no en el de la construcción.

Trabajadores en huelga

La otra consecuencia directa de la paralización económica provocada por la COVID-19 fue el desplome del número de trabajadores que se sumaron a algún tipo de huelga durante el año pasado. Los datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística señalan que solo 385 empleados participaron en huelgas, lo que supuso que se perdieran 1.505 jornadas laborales todas ellas en el sector servicios.

Los trabajadores de la subcontrata que hace los informativos para IB3 fueron algunos de los que hicieron huelga. Un año antes, en un año sin pandemia, 3.005 trabajadores participaron en alguna huelga, lo que supuso la pérdida de 5.000 jornadas laborales, la mayor parte en el sector de los servicios, aunque también las hubo en los sectores de la industria y de la construcción.

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