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La larga marcha por la insularidad

La reclamación de un régimen especial que mejorara la financiación se inició con Cañellas y se mantiene con Armengol

Armengol, Puig, Sánchez y otros dirigentes del PSOE en una reunión del partido de antes de la pandemia. | Efe

| Palma |

«Si nosotros hubiésemos querido provocar un sentimiento más grande, llámele independentista, regionalista o nacionalista hubiera sido muy fácil. En aquel momento, el ‘Madrid me mata' tenía mucha fuerza».

El comentario es de Gabriel Cañellas (PP); resume sus primeros años de mandato, iniciado en 1983, y lo recoge Jaume Sastre en el libro Conversa amb Gabriel Cañellas. L'amo en Biel, publicado en 2003.

Con el primer presidente de Balears (que ha declinado conversar con este diario para comentar el asunto argumentando que «estoy retirado y ya no soy nadie»)    comenzó un largo camino –en el que se mezcló la reivindicación por más competencias, la reforma del sistema de financiación y la aprobación de un régimen que compensara la insularidad–    hacia el    acuerdo del pasado 23 de septiembre entre la presidenta Francina Armengol y la ministra de Hacienda, Maria Jesús Montero    para que los Presupuestos del Estado incluyan «para siempre» una partida inicial de 110 millones que compense la insularidad.

Uno de las reuniones, escasas, de Cañellas y González en La Moncloa.

Los primeros años de Cañellas coincidieron con los primeros de Felipe González. El presidente balear esperó tres años para ser recibido en la Moncloa. Allí habló por primera vez de insularidad. Y en 1994, reclamó formalmente en el Senado –en el único debate de política general sobre las autonomías que se ha celebrado en la Cámara Alta– un régimen especial para Balears. La prensa de la época recoge que su discurso fue «en mallorquín». Unos años antes, en 1991,    tuvo lugar en el Teatre Principal la    presentación de una plataforma de entidades que adoptó el    lema Volem comandar a ca nostra.

 Alejandro Forcades, que luego presidiría  el Cercle d'Economia era el conseller d'Hisenda y, entre las muchas propuestas que defendió, planteó    considerar a Balears una «comunidad pluriprovincial»    –cada Isla    como si fuera una provincia– y que se considera al mar balear como «nuestras carreteras». Mucho antes de que se acuñaran expresiones  como «la España que se vacía» o «la España que se llena», el conseller insistía en que la financiación tenía que partir de la población flotante y no de la población de hecho. En 1987, Forcades y Cañellas, anunciaron   –y presentaron– una recurso de inconstitucionalidad contra los Presupuestos del Estado. «Sólo defiendo lo que es nuestro, porque el pelo nos lo tomaron una vez hace cuarenta años», dijo alguna vez. Fue el primero en buscar fórmulas para el Régimen Especial Balear (REB). Uno de sus directores generales era Jaume Matas que fue quien, en 1995, presentó un proyecto que    convertía a Balears en una suerte de paraíso fiscal y que nunca pasó el filtro del Congreso.

Baleares llega a la media

Forcades rechaza considerarse «el padre» del Régimen Especial Balear». En cualquier caso –según señalaba el miércoles– , mantiene todo lo que dijo en el pasado y    añade que, con el marco actual, «ya hemos llegado al final» y que el reto es ahora que se supriman los conciertos vasco y navarro. Afirma que ahora Balears ya está en    la media de financiación pero que a esa situación ya se había llegado antes.

Presentación de la plataforma por el autogobierno ‘Volem comandar a ca nostra'.

Forcades señala que al principio estábamos solos» y elogia, a uno de sus sucesores: el socialista Carles Manera. Éste, le agradece el gesto y se lo devuelve. Señala que su ayuda y la del Cercle fueron muy importantes. De su aportación al sistema de financiación, dice que con el Govern del Pacte llegó a la media. Y que se logró una inversión de  400 millones de euros cada año aunque  se desbarató en 2011.

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