La cuarta dosis de la vacuna contra la COVID-19 sólo se recomienda para algunas personas, por lo que el Ministerio de Sanidad ha aprobado que, de momento, sólo la reciban las personas inmunodeprimidas; exactamente a los cinco meses de haber recibido la tercera dosis. En concreto, se les inyectará a las personas de muy alto riesgo: las que tienen fibrosis quística, trasplante de progenitores hematopoyéticos, trasplante de órgano sólido, o bien, están en lista de espera para trasplante de órgano sólido, trasplante pulmonar, renal, pancreático, cardíaco, hepático o intestinal. También se incluye a los enfermos de diálisis de diversos grados, enfermedades oncohematológicas y diversos tipos de enfermos de cáncer con o sin quimioterapia, así como diversos casos de VIH, inmunodeficiencias o síndromes de Down mayores de 40 años.
El especialista en Salud Pública y Medicina Preventiva, Joan Carles, March, ha destacado que por el momento «se descarta una cuarta dosis hasta que no haya evidencias científicas». Esta dosis suplementaria ya se inyecta en Israel desde principios de enero, pero un estudio recientemente publicado en ese país alertaba de que esta es insuficiente para evitar el contagio de ómicron. «La cuarta dosis de la vacuna de la COVID-19 es menos efectiva en Ómicron, según un estudio israelí. Y es que no hay de momento una propuesta científica y/o política sobre la cuarta dosis», ha manifestado. Además, ha precisado que «antes de hablar de cuarta dosis, hay que poner encima de la mesa una vacuna adaptada, que sea eficaz contra varias variantes y que, idealmente, proteja contra la infección».
March ha argumentado que «la dosis aumenta los anticuerpos pero no es suficiente para prevenir las infecciones por ómicron. Los resultados son similares con BioNTech/Pfizer y Moderna. Se observa que la cuarta dosis aumenta los anticuerpos a niveles incluso más altos que los de la tercera inyección, pero no previene la infección de la nueva variante. A pesar del aumento de los niveles de anticuerpos, la cuarta vacuna solo ofrece una defensa parcial contra el virus. Así, las vacunas, que eran más eficaces frente a variantes anteriores, ofrecen menos protección frente a ómicron». Junto a ello, de los estudios de Israel preliminares se extrae que «la cuarta dosis aumenta tres veces o más la protección ante la enfermedad grave» entre la población de más de 60 años.
Adaptar las vacunas
El especialista en Salud Pública defiende que «el objetivo prioritario tiene que ser vacunar a la población que no ha recibido ninguna dosis y que está enfermando gravemente. Junto a ello, es necesario adaptar las vacunas a los nuevos condicionantes. Por tanto, es urgente contar con nuevos diseños de vacuna, en vez de administrar una nueva dosis de recuerdo con el mismo tipo de suero que se ha empleado en las anteriores vacunaciones». En este punto, ha precisado que «ya hay laboratorios farmacéuticos que están trabajando en vacunas que se dirijan a otras partes del virus o que incluyan la suma de variantes que ha habido hasta el momento. Los sueros que se están empleando en estos momentos van dirigidos a la estructura original de Wuhan, orientados a las células T y a la protección frente a la enfermedad, pero no para la infección ni para las nuevas variantes».
Por último, expone que «en la generación de inmunidad tenemos la parte humoral y las células T. Los anticuerpos nos protegen frente a infecciones, pero en el caso de ómicron no han funcionado porque se ha perdido la capacidad de reconocer la proteína Spike por las múltiples mutaciones de esta variante, por lo que no se ha podido evitar la infección. Sabemos que las células T que se han generado con infecciones previas o con vacunas son capaces de defendernos frente a ómicron».