El aceite de girasol se ha convertido en el nuevo papel higiénico desde que empezó la guerra en Ucrania. Si tras decretarse el confinamiento por la pandemia de coronavirus muchos ciudadanos acudieron en masa a comprar papel, en esta ocasión, el producto que se ha acabado en las estanterías de los supermercados de Baleares es el aceite de semillas. El conflicto bélico ruso-ucraniano ha encarecido los precios de todos los productos de alimentación en grandes superficies, a la vez que se ha producido desabastecimiento de todos aquellos realacionados con el trigo.
Esto se debe a que Rusia y Ucrania representan juntas un tercio de las exportaciones mundiales de trigo, una quinta parte de su comercio de maíz y casi el 80 % de la producción de aceite de girasol. En este caso, alrededor del 90 % de las exportaciones de grano de Ucrania se transportan por mar y, por tanto, su interrupción podría causar estragos en los flujos de suministro de alimentos. Sin duda, el producto que más se está viendo afectado es el aceite de girasol. En España se importa medio millón de toneladas de este producto al año.
El miedo a que la guerra en Ucrania paralice su producción se ha visto reflejado en el temor de los consumidores de quedarse sin suministro y, por ello, han aumentado la compra. De hecho, parte de la falta de suministro se debe a que muchas personas están haciendo acopio de aceite de girasol por miedo a que se recrudece el conflicto. En este sentido, la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) ha asegurado a través de un comunicado que algunos mercados están limitando su venta por lo que considera una «demanda anómala» de este tipo de grasa vegetal. La asociación ofrece otras alternativas y destaca la cadena alimentaria española aludiendo a su gran capacidad para proveer al mercado de estos productos, además de aseguran que tanto el Gobierno como la Unión Europea están adoptando medidas ante esta situación.
El aceite de girasol es uno de los alimentos que más ha subido de precio recientemente, según el índice de los precios mundiales de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). En total, el índice alcanzó un nuevo récord en febrero con un promedio de 140,7 puntos, es decir, un 3,9 % más que en enero y un 24,1 % más que hace un año. Otros de los productos que podrían verse afectados por la guerra son la harina, panadería, bollería y pastelería, además de las pastas, la malta y la cerveza, las bebidas espirituosas y, por último, la de piensos para la ganadería.