En siete años la llegada de visitantes franceses a Menorca ha pasado de 3.409 a 92.818 el 2021, de manera que el turismo francés es hoy el tercer mercado para la Isla, con el británico y el español en primera posición. Y durante los dos años de pandemia Francia se ha consolidado como el primer país emisor para la balear menor, superando la llegada de ingleses, que habían encabezado tradicionalmente el turismo extranjero en Menorca.
Al mismo tiempo, se registra el desembarco de inversores, promotores y profesionales liberales galos con alto poder adquisitivo que compran emblemáticas fincas rústicas de Menorca -llocs-, para destinarlas a distintos usos.
Michel Magnier, cónsul de Francia en Mallorca, explica a que «me consta que se está produciendo un redescubrimiento de Menorca en Francia, con una gran afluencia de turistas interesados en conocer esta Isla, y también de ciudadanos que han formalizado numerosas operaciones inmobiliarias para adquirir propiedades en Menorca».
Respecto a los usos que dan a estas fincas, Magnier destaca la recuperación de la actividad en explotaciones agrícolas que habían quedado abandonadas: «se vuelve a elaborar aceite, vino y otros productos mediterráneos, lo que también permite mantener el paisaje rural menorquín».
También hay quienes optan por destinar estas propiedades rústicas a espacio de descanso personal y familiar en un entorno natural protegido, dado que Menorca es la única isla de Balears declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco. Y, por último, también se han llevado a cabo inversiones para transformar las antiguas cases de lloc en agroturismos y hoteles rurales.
Grupo Fontenille
Es la iniciativa de los promotores Frédéric Biousse y Guillaume Foucher que, procedentes del mundo de la moda y diseño, han adquirido las fincas rústicas Torre Vella y Santa Ponsa, en Alaior, han rehabilitado y convertido en agroturismos, que hoy comercializan desde el grupo Fontenille.
Biousse y Foucher denunciaron, en el Foro Menorca Illa del Rei, las dificultades y demoras que han hallado en las administraciones menorquinas para llevar a cabo los proyectos de recuperación y rehabilitación de estas fincas, que también motivaron en su día la denuncia del GOB. La crítica de esta asociación motivó que el Consell insular abriese un expediente disciplinario por las obras que llevaron a cabo.
Destino de gran calidad
La gerente de la Asociación Hotelera de Menorca, Azucena Jiménez, explica que «Francia constituye un mercado turístico que Menorca ha buscado, por su cercanía, durante años, y que ahora nos ha descubierto». Añade que «nos queda un gran trabajo para consolidarnos como destino para los visitantes galos».
Según Jiménez, «los franceses encuentran en Menorca fácil acceso desde su país, naturaleza y seguridad; y estos tres conceptos los hemos conseguido mantener incluso durante la pandemia». Afirma la gerente de los hoteleros menorquines que «Menorca transmite la imagen de un destino de gran calidad, preservación natural y lugar seguro, por lo que se ha convertido en objeto de deseo para gran parte del mercado francés, que quiere sentirse como en casa pero también busca lo diferente».
En esta línea, el cónsul Magnier añade que «Menorca, por su tamaño, por el fácil acceso gracias al gran número de vuelos directos desde varias ciudades franceses y también el trayecto marítimo Tolon-Alcúdia-Ciutadella, que ofrece Corsica Ferries, tiene un gran atractivo para los franceses, que valoran el ritmo de la Isla, la manera de vivir de los menorquines y sus playas».
Michael Magnier y Azucena Jiménez coinciden en que la autenticidad que ofrece Menorca es el hecho más valorado por los franceses que redescubren la Isla.
Recuperar la agencia consular
Alrededor de 600 franceses están empadronados actualmente en Menorca. Para de esta comunidad gala se ha incorporado a la asociación «Franceses en Menorca», que se constituyó en mayo de 2021. Su presidenta es Vivianne Perrier, natural de Nantes, profesora de Lengua y Literatura francesas, que hace cinco años llegó a la Isla con su marido.
Eligieron Menorca porque «queríamos tranquilidad, amabilidad y serenidad, cualidades de los menorquines». Declara que «nos gusta el sistema de vida de aquí, la cultura menorquina y los valores que se transmiten». Perrier considera que «los franceses compren tantas fincas no será bueno para la Isla, porque ya hay una presencia importante de franceses». Reinvindica la reapertura de la agencia consular que, durante años, funcionó en Menorca para atender a los ciudadanos galos. La última agente consular fue Monique Larrazet. «La población francesa que se instala aquí aumenta cada año, pero las autoridades no lo aprueban. Hemos reclamado la agencia consular al cónsul general de Francia en Barcelona», expone.
El primer Relais & Chateaux
Uno de los primeros promotores franceses con proyectos e inversiones hoteleras en Menorca es Laurent Morel-Ruymen, al frente del grupo Mare e Terra. En junio de 2014, tras haber firmado, cuatro años antes, un contrato de alquiler con la propiedad de Can Faustino de Ciutadella, reabrió esta casa señorial del siglo XVII como el primer establecimiento de lujo de la cadena Relais&Chateaux de Menorca. Un cinco estrellas con 21 habitaciones y tres suites.
Y en julio pasado, a escasos cien metros, al concluir el proceso de transformación del emblemático edificio Sa Catòlica, que pertenece a la Diócesis, lo transformó en dos hoteles boutique situados junto a la Catedral y Cal Bisbe: Sa Catòlica y Can Llorenç.
El apunte
Mónica Pons Morales: «Los franceses adquieren los ‘llocs’ para su proyecto personal y de vida»
«Córcega y Marrakech eran polos de atracción para los franceses de alto nivel, pero Menorca se ha convertido en su nuevo destino. En el caso de la ciudad marroquí por la inseguridad y, respecto a Córcega, porque en Menorca hallan otros atractivos», explica Mónica Pons Morales, agente inmobiliaria y bróker de seguros, que ha gestionado con éxito la venta de importantes fincas rústicas de la isla a clientes galos.
Estos atractivos consisten en «seguridad y tranquilidad, así como la importancia que dan a valores estéticos relacionados con la arquitectura, el paisaje, el entorno natural y la vinculación que Menorca mantuvo con Francia». Alude a la etapa de gobierno francés de la isla, durante el siglo XVIII, de 1756 a 1763, cuando promovieron la construcción de la población de Sant Lluís, en honor de San Luis, que fue rey de Francia.
La ‘media distancia’ desde Francia a Menorca, que se cubre con enlaces directos desde distintos aeropuertos –«lo que no ocurre con Madrid», subraya– y la ruta marítima Tolón-Ciutadella, que hace escala en Alcúdia, facilita la llegada de visitantes y también de inversores que compran propiedades en la isla.
Pons Morales manifiesta, además, que «las numerosas restricciones y prohibiciones que impone el Plan Territorial Insular (PTI) les conducen a comprar fincas rústicas, porque estos franceses de nivel alto adquieren los llocs de Menorca para desarrollar su proyecto personal y de vida». Señala que «algunos han destinado estas propiedades a proyectos hoteleros, pero se encuentran con enormes dificultades y retrasos que ponen las administraciones menorquinas».
Sobre estas trabas explica que «son las interpretaciones de normas y el planeamiento que, en cada momento, realizan los políticos y técnicos municipales. Es muy difícil llevar a cabo acciones de reforma, recuperación o rehabilitación de fincas actualmente abandonadas para acoger otras actividades y productos como los viñedos y olivos o bien que sean hoteles-boutique».
Mónica Pons Morales denuncia: «Es incomprensible que, con el Plan Territorial de Menorca, esté prohibido el alquiler vacacional en todas las fincas rústicas de la isla, así como otros muchos usos y actividades».