El archipiélago balear va a ser uno de los focos mediterráneos de la copropiedad, la nueva tendencia en la compraventa de viviendas familiares de lujo dirigida a un disfrute compartido entre varios titulares. Al menos esa es la previsión de las agencias responsables de la implantación de este nuevo modelo, que están constatando un creciente interés y demanda por localizaciones de Menorca y las Pitiusas, además de –de modo «más eventual»–Mallorca. La venta en ocho partes de una mansión de 2,5 millones de euros en Cala Saona, Formentera, ha supuesto el arranque en Balears y España de un modelo de consumo y negocio en el sector inmobiliario que apenas aterriza en Europa pero que lleva un tiempo asentado en otras latitudes, como es el caso de EEUU.
Vivla, la agencia inmobiliaria responsable de la venta, prevé un gran crecimiento en los próximos años de la copropiedad de casas de alta gama en España por ser el primer mercado europeo en segundas residencias vacacionales. Pirineos, Costa Blanca, Costa del Sol y en especial Balears centran su actividad. «Estamos empezando a evangelizar el mercado», afirma el CEO y fundador de la empresa, Carlos Gómez. «Y queremos tener una presencia fuerte en Balears». La intención de Vivla es cerrar al menos diez ventas en el primer año de actividad.
El modelo de funcionamiento es sencillo: la agencia compra la vivienda y divide la titularidad en ocho partes iguales que pone a la venta. En el caso de Formentera fueron ocho los compradores, aunque la fórmula permite que un solo cliente pueda hacerse con hasta cuatro partes. Por 345.000 euros, cada comprador se asegura el uso exclusivo de la casa durante seis semanas al año, dos de ellas en temporada alta. El involucramiento de la agencia continúa más allá de la venta, puesto que se encarga del mantenimiento de la vivienda, la gestión fiscal y hasta de su redecoración cada vez que se produce un relevo de residentes. También media entre ellos.
Por lo pronto, se trata de un tipo de producto que despierta interés sobre todo en el mercado nacional, que a día de hoy constituye el 80 % de la clientela de Vivla. «Hay más demanda nacional de la que esperábamos, sobre todo de gente de Barcelona y Madrid». El que se trate de un modelo tan novedoso y por tanto poco conocido, apunta Gómez, hace de este tipo de negocio un terreno a priori algo menos pantanoso para los nacionales que para los extranjeros, que se sientes más seguros en un entorno jurídico familiar como es el de su propio país. En volúmenes de demanda siguen a los españoles, ya a bastante distancia, nórdicos, británicos y holandeses, mientras que los alemanes no demuestran un interés significativo, asegura el CEO de Vivla.