Los esfuerzos de Balears por sacudirse de encima el sambenito de destino de sol y playa choca continuamente con la realidad de su oferta turística alternativa, la cual no ha logrado adquirir el peso y la presencia necesarios para diversificar y desestacionalizar la actividad todo lo que se desearía. Un reflejo más de esa dependencia del clásico combo veraniego es la escasa incidencia del turismo enogastronómico en las Islas, farolillo rojo español en recepción de turistas interesados en ese tipo de actividades.
Un informe de Turespaña integrado en el Plan Nacional de Enogastronomía 2022-2023 sitúa a la comunidad balear como la región española menos interesante en este tipo de oferta a tenor de las visitas especializadas recibidas. Solo un 4 % de los turistas del Archipiélago –un total de 615.166 visitantes de los más de 16 millones que llegan a lo largo de todo el año– dedican expresamente parte de su tiempo a actividades enogastronómicas, el porcentaje más bajo de entre todas las comunidades.
La media estatal, de hecho, se sitúa en el 22 %, 18 puntos por encima de Baleares. Es decir, que casi uno de cada cuatro turistas que visitan España están interesados en este tipo de oferta. En el caso de las Islas, la proporción se reduce a uno de cada 25.
El ránking estatal está encabezado por Comunidad de Madrid (60 %), La Rioja (40 %), Asturias (40 %) y Castilla La Mancha (39 %). En la cola y justo por encima de Balears, en último lugar, se sitúa Canarias con un 12 %, el triple que en el caso balear.
El Plan Nacional de Enogastronomía 2022-23, dotado con 68 millones de euros, pretende potenciar el atractivo del territorio nacional para este tipo de turistas -–con un perfil de nivel cultural y poder adquisitivo elevado– mediante la financiación de eventos de promoción internacional que se centran, en cualquier caso, en Castilla La Mancha, Castilla y León, País Vasco, Región de Murcia y Madrid.
Por lo que respecta a Balears, el cultivo de ofertas turísticas alternativas al sol y playa para potenciar las visitas al archipiélago en los meses de temporada baja –turismo gastronómico, deportivo, cultural, ornitológico, etc– forma parte desde hace años del discurso institucional en pro de la desestacionalización. No obstante, las Islas no logran crecer en volumen de llegadas de noviembre a marzo, que prácticamente presentan las mismas cifras que hace 20 años.
Precisamente, la polémica vivida en las últimas semanas entre PSIB y sus socios de gobierno a cuento de la promoción turística ha sido encarada desde el bando socialista con una decidida defensa de esta línea de inversión, ya que la considera clave para atraer a más gente durante los meses de invierno y dinamizar la economía más allá de la temporada alta.