El sector de la alimentación necesita urgentemente mano de obra. El problema es extensivo a casi todos los sectores, aunque en este caso la ausencia de una oferta formativa de garantías en Baleares agrava una situación que empresarios y dirigentes públicos intentan atajar con la implementación de nuevas estrategias formativas. La falta de personal disponible es especialmente sangrante en carnicería, pescadería y frutería. Toda la red de elaboración y distribución de alimentos está afectada, desde pequeños comercios a grandes supermercados, pasando por la restauración y la hostelería.
De la mano de la Cámara de Comercio de Mallorca, una comitiva de las Islas encabezada por el director general de Formació Professional del Govern, Antoni Baos, se ha desplazado al Instituto de Alimentos de Barcelona, en las instalaciones de Mercabarna de la Ciudad Condal, para estudiar su modelo formativo con vistas a importarlo en las Islas. El centro es un hub alimentario con más de 600 empresas especializada en la distribución, elaboración, importación y exportación de productos frescos y congelados y que cuenta con modernas instalaciones para una formación integral en colaboración con la Administración pública.
El vicepresidente de la Cámara y presidente de su Comisión de Formación, Josep Lluís Aguiló, explica que las empresas han sido tradicionalmente las que se han encargado de la formación de sus trabajadores. No obstante, «la demanda se ha desbordado y los únicos centros de FP disponibles serían los de la restauración, que están saturados. Tenemos unas necesidades enormes».
A diferencia de otros sectores, el de la alimentación no ha tenido un apoyo público con el que articular una verdadera oferta formativa como la que se imparte ahora en Barcelona. «La Administración montó escuelas de cocina cuando se dio cuenta de que eran necesarias en la hostelería, pero no ha habido nada parecido para quien trabaja con los alimentos en una charcutería o una frutería», asevera Aguiló.
A la falta de personal cualificado en Baleares se suma el del precio de la vida, desde la vivienda a la cesta de la compra. Eso provoca que «los pocos trabajadores que hay formados se vayan a la Península», señala Aguiló. Para lograr una oferta formativa adecuada, asegura, sería necesaria la implantación de una red de centros especializados que tuvieran su base central en Palma pero que contará con presencia en el resto del territorio. El centro formativo que se está proyectando en Calvià sería la primera piedra.