«Idò estic viu!» lucía este martes Emilio Arqués en su camiseta al llegar junto a su hija Raquel a las oficinas de la Dirección Provincial de la Seguridad Social de Palma para dar fe de forma presencial de que no se había muerto. La Administración le había dado por fallecido el 18 de abril, justo cuando le amputaron la pierna derecha en Son Espases. Su recuperación siguió en Son Llàtzer y ahora en el hospital Sant Joan de Déu de Palma, de donde el martes tuvo que salir para ‘volver a la vida' legalmente.
Esta familia que vive en Binissalem desde hace más de 25 años ha sufrido un calvario burocrático que, afortunadamente, ha durado unos días. «Nos dimos cuenta por casualidad», relata su hija Raquel, que ha sido la encargada de llevar a cabo todas las tramitaciones que ha acabado satisfactoriamente. El pasado viernes, «al intentar entrar en el Portal del Paciente para comprobar algunos datos de las operaciones a las que se ha sometido mi padre me daba todo el tiempo un error, por lo que llamé al teléfono gratuito y la operadora me respondió sin inmutarse que esa persona había fallecido».
Asustada, llamó a Sant Joan de Déu donde le confirmaron que su padre estaba bien y al poco tiempo pudo hablar con él. Al instante se puso en contacto con las oficinas de la Seguridad Social y le indicaron que «mi padre aparecía como fallecido desde el 18 de abril, justo el día que le habían operado en Son Espases para amputarle la pierna». Raquel Arqués ha vivido algunos momentos esperpénticos, «como cuando desde la Seguridad Social me pidieron una autorización de mi padre para poder operar con su tarjeta sanitaria, a pesar de que llevaba cincuenta días declarado como fallecido».
Finalmente, el error burocrático «lo cometió la funeraria de Palma, según han reconocido ellos mismos. Al hacerse cargo de la pierna introdujeron el DNI de mi padre, en lugar de un código que usan para estos casos, por lo que el sistema informático lo consideró como fallecido. Lo curioso es que desde ese día hasta ahora nadie se ha puesto en contacto con nosotros para avisarnos del error», lamenta Raquel.
El lunes volvió a las oficinas de la Seguridad Social de la calle Pere Dezcallar i Net de Palma. La hija del paciente explica que «me dijeron que necesitaban un certificado de fe de vida expedido por un juzgado o que mi padre acudiera presencialmente para confirmarlo». Ayer por la mañana, Raquel fue a buscar a su padre a Sant Joan de Déu, tras el permiso del médico para salir, y ambos se dirigieron en un taxi adaptado a las oficinas de la Seguridad Social, donde Emilio, a sus 72 años pudo demostrar que sigue vivo «literalmente y administrativamente».