Lleva un año como consejero de Turismo de la Embajada de España en Berlín. También ha dirigido las oficinas de Frankfurt y Múnich, por lo que Álvaro Blanco Volmer es una de las voces más autorizadas a la hora de tomar el pulso al turismo alemán en España.
Se dice que está habiendo una fuga de turistas alemanes hacia países del norte por la subida de las temperaturas. ¿Qué hay de cierto?
-No creo que sean una amenaza como destinos competidores. Las infraestructuras de toda la oferta complementaria en Baleares y en España está preparada para hacer más llevaderas las olas de calor. Además, ni las capacidades en los países del norte de Europa, ni sus precios, ni la oferta, ni la cultura, ni el estilo de vida atraen a los alemanes tanto como les atrae el Mediterráneo. Son países tremendamente más caros y sus capacidades hoteleras no pueden acoger lo que acogen España, Turquía, Grecia o Egipto.
La recesión económica no ha condicionado tanto las vacaciones de los alemanes como se esperaba. ¿O sí? ¿Podrían haber sido cifras mejores?
-La inflación está haciendo daño. La facturación está por encima de años anteriores, pero el número absoluto de clientes que han reservado está por debajo: al sector turístico alemán -en términos globales, no en España ni en Baleares- le falta más o menos un 18 % de los clientes de 2019. Eso sí, la facturación ha sido mayor porque los precios han crecido mucho. Mientras tanto, los salarios alemanes apenas han crecido e incluso han menguado por culpa de la inflación, que por cierto es bastante mayor que la que sufre España. Los vuelos se han encarecido un 30 %: los alemanes estaban pagando hace nada 400 euros por viajar a Baleares y ahora pagan 700 euros.
¿Un escenario que favorece a competidores tradicionales con precios más bajos?
-Es algo que ocurre igual con otros destinos con un coste en destino un poco menor, aunque hay que decir que esa competencia en precio la hemos tenido siempre. No es el caso de Grecia o Portugal, con precios similares, pero sí el de Turquía o Egipto.
Con todo, la recuperación en Baleares ha sido mayor que en el resto de España. ¿Las vacaciones en las Islas son innegociables pase lo que pase?
-El grado de fidelidad es tremendo y además la oferta es cada vez mejor. Hay nuevas ofertas que mantienen viva esa imagen de Baleares como un espacio en el que se produce ese estilo de vida mediterráneo y es lo que la diferencia también de la oferta griega o la italiana. En la Comisión de Turismo del Parlamento alemán se habla de facción toscana y facción balear: todos los parlamentarios se dividen en esas dos facciones en función de donde pasan sus vacaciones. Eso te demuestra una fidelidad tremenda al destino.
¿Cómo ha evolucionado en Alemania la imagen de Mallorca como destino de excesos?
-El problema no es nuevo, es recurrente, aunque después de la pandemia había pasado a un segundo plano. La televisión RTL fue a hacer un reportaje a Palma y allí grabaron todos esos excesos, los del turista alemán que no sabe comportarse. También recogían declaraciones de personalidades del ámbito empresarial insastisfechas con la deriva que están tomando estos comportamientos. Se concentran solo en un par de puntos, pero son los que al final acaban en los medios de comunicación. Tenemos que saber gestionar estas situaciones e ir con mucho cuidado.
Los alemanes también perciben la saturación turística ¿Puede eso hacer cambiar eso sus preferencias vacacionales en el futuro?
-No detecto esa preocupación o esa repercusión a nivel mediático. Tampoco hemos recibido insinuaciones de turoperadores alertando sobre la posibilidad de rechazo, aunque sí que aparecen informaciones sobre el tráfico de cruceros en el puerto de Palma. Pero no se ha producido ninguna situación que pueda generar rechazo en clientes habituales que ya conocen la isla y que saben donde tienen que ir para evitar masificaciones. La imagen tranquila que se tiene de Palma eclipsa los grandes desembarcos de cruceristas.