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ENTREVISTA

«Ahora mismo hacen falta serenidad y menos populismos»

Sebastià Serra, catedrático y profesor emérito de Historia contemporánea de la UIB, repasa su trayectoria y el convulso presente una vez alcanzada su jubilación

Sebastià Serra Busquets, durante la entrevista concedida a Última Hora. | Pere Bota

| Palma |

La UIB pierde a uno de sus grandes activos. Un emblema de la institución académica que se jubila para dar paso a quienes han seguido sus pasos y dejando un legado imprescindible. Sebastià Serra Busquets (Pla de Sant Jordi, 1950), en los últimos años profesor emérito, además de catedrático de Historia Contemporánea, pasa revista a décadas de docencia que ha compatibilizado con su activismo político en las filas del PSM como regidor en Cort, diputado en el Parlament y segundo secretario de la Mesa, presidiendo el Institut d'Estudis Baleàrics (2007-2010) y dando forma al Centre d'Estudis i Documentació Contemporània (CEDOC), legando además numerosas investigaciones y publicaciones.

-De todos estos años, ¿con qué se queda a nivel profesional, docente, político y personal?

-Yo me autodefino como un corredor de fondo. Mi lema es 'fer, deixar fer i impulsar'. He sido un activista social por definición, aunque siempre me he dedicado a la docencia, a excepción de tres años que fui secretario segundo de la Mesa del Parlament. He visto muchas cosas, he intervenido en muchos temas y he realizado propuestas. Siempre he estado en la oposición, salvo en la etapa de presidente del Institut d'Estudis Baleàrics, y lo que dejo es trabajo y muchas propuestas, aunque algunas de ellas, pese a salir de la oposición, tiraron adelante. En la UIB, he procurado que la docencia fuera fundamental e investigar, crear grupos y animar a los estudiantes y licenciados a seguir formándose e interesarse por la investigación, con iniciativas como el Campus Obert en Última Hora.

Sebastià Serra posa en el Palau de la Premsa. Foto: Pere Bota

-Ha visto pasar a miles de alumnos, pero también evolucionar y cambiar sus perfiles y la llegada de las tecnologías, que ha irrumpido en su rama como en todas.

-Los avances, a la vez, han sido problemas. La tecnología no la podemos obviar y forma parte de nuestras vidas. Pero también ha reducido el razonamiento, el incentivar la creatividad y la iniciativa, que te viene dada en las redes especialmente. Mire, por ejemplo, durante la pandemia tuvimos un problema. Cuando no podíamos impartir clase, proponías unos libros de consulta, pensando que el libro electrónico solventaría el no poder ir a una biblioteca. De los doce, sólo uno tenía soporte electrónico. Yo soy uno de los que más ha reivindicado una biblioteca central en la UIB, un espacio que creo que es necesario para dar capacidad a todos los fondos, dando cabida a todo tipo de soportes. Otro tema es el de las hemerotecas, que se van digitalizando, pero cada vez son menos y más difíciles de consultar.

-¿Cuál debe ser el modelo de la universidad a consecuencia de esta ‘revolución'?

-No se deben abandonar los soportes tradicionales, incluso se han de incentivar a conocerlos y usarlos. Y trabajar y aprender a pie de campo, conociendo el patrimonio, pisando la calle. No basta con mirar un ordenador. La realidad está en la calle, la social especialmente. Y eso, a nivel político se nota. Hay debates parlamentarios en los que vemos gente que no han pasado de las redes sociales, no han hablado con los ciudadanos más allá de la campaña. La universidad es igual.

El catedrático y profesor emérito de la UIB, durante la entrevista. Foto: Pere Bota

-Durante estas décadas, han trabajado en dar luz a numerosos episodios de la historia de Balears. ¿Qué les queda por investigar o trabajar todavía?

-En mi radio de acción, creo que quedan muchas cosas por hacer y profundizar. Por ejemplo, los medios de comunicación. Su historia está a medio hacer. Faltan biografías de periodistas, impresores, editores, empresas… En cuanto a historia del turismo, es verdad que se ha trabajado a fondo, pero quedan muchas vertientes empresariales, laborales… Todo marcado por la evolución del consumo y las tendencias, que creo que son unos temas interdisciplinares, pues es comunicación, empresa, publicidad. Es un terreno amplio y por explorar. Como muestra, esta semana hemos tenido el Dijous Bo. Pero también el Black Friday…

Imagen del profesor e histórico dirigente del PSM Sebastià Serra. Foto: Pere Bota

-Usted ha sido una persona activa políticamente y ha vivido los cambios en el país y en Balears...

-Yo soy partidario y convencido de la democracia parlamentaria. El Parlamento quiere decir diálogo y construcción. Pero construir y no destruir. Hemos visto los primeros pasos en Balears y en Mallorca, pasando de una dictadura a la democracia, abriéndose paso. ¿Autogobierno? Había gente que no creía en la autonomía. Hemos visto avances y retrocesos. Cultural y lingüísticamente, se han dado pasos, pero atención: la integración de la inmigración todavía está pendiente. Social y culturalmente.

-Se va en un momento complejo para España. ¿Imaginaba un escenario de crispación o división como el actual desde el regreso de la democracia?

-Tampoco me esperaba que en 2006, después de aprobarse el Estatuto de Catalunya, se llevara al Constitucional y estuviera cuatro años estudiándolo y, después, lo tumbara. Es el origen de muchas problemáticas posteriores. En estos años, han acontecido cosas como esta, o la eclosión de las asambleas de movimiento alternativo que pasaron a ser partidos, como Podemos, y luego colapsaron; yo, el 15-M fui a la Plaça Espanya y observé cosas interesantes, pero no esperaba que acabara como lo ha hecho. Tampoco que un grupo liberal centrista (Ciudadanos) se autodestruyera… El bipartidismo temblaba, pero al final se ha reconducido, por ahora. Pero creo que es la dinámica social la sorprendente. Mire el tema de las plataformas. Las asociaciones están, con mayor o menor fuerza, pero ahora la tendencia es crear plataformas que pueden ser efímeras. A nivel de Estado, es necesario el sentido común e intentar huir de los extremos, como dijo Aitor Esteban en el debate de investidura.

-Hace años, apuntaba en sus clases que Rusia y el Cáucaso eran potenciales focos de conflicto. Ahora se ha reabierto otra herida en Oriente Próximo, añadido a la invasión de Ucrania. ¿Qué escenario de futuro tenemos?

-Por un lado, el Imperio Ruso, posteriormente la URSS, queda claro que tiene, al menos, la intención de intentar rehacerse. Hay territorios próximos que están en una situación más delicada porque se alinean más hacia posiciones occidentales; tenemos a Estonia, Letonia o Lituana en una tesitura similar… y en cuanto al Cáucaso, se crearon esos Estados de los que hablaba en clase. Pero nacieron más de los que calculaba, incluso en los Balcanes. Reordenar todo este mapa no es fácil. Pero también me ha sorprendido el retroceso de Hungría, Polonia, Rumanía… Y en el centro tenemos el tema migratorio, en una etapa global. Ahora ya no es un flujo directo entre dos destinos, la transición hacia un mundo global ha sido espectacular en los últimos años. Y eso requiere de soluciones locales, estatales y mundial. Y en materia turística, hay que ser conscientes de que el turismo es el primer fenómeno global. El mundo se mueve, y con él, la gente.

Primer plano de Sebastià Serra Busquets. Foto: Pere Bota

-El que ha llegado a un punto de fractura, puede que definitivo, es el conflicto entre Israel y Palestina…

-Y es difícil que, ahora mismo, se cree una Palestina con el rango de Estado. El grado de enfrentamiento debería tener a una fuerza multinacional, de la ONU, para marcar los límites y se sentaran las bases para que pudiera coger forma este nuevo Estado. Con esta guerra, complicado. Habrá que ver las estrategias de los partidos políticos, pues Hamás no deja de ser uno. No es la Autoridad Nacional Palestina, con la que la negociación sería más sencilla que con Hamás. ¿La evolución? Que los dos Estados convivan, pero para ello deben querer todas las partes y se debe interponer una fuerza multinacional. Me da un poco de esperanza el que Irán parece que está menos implicado de lo que nos pensábamos.

-Volviendo a lo que nos coge más cerca. Para usted que ha vivido la Transición, el nacimiento de las autonomías y su consolidación, ¿tiene sentido pensar que España se puede romper?

-No. Es un mensaje populista, incluso un poco irresponsable. No reconocer los problemas de desarrollo de los autogobiernos, que se han dado como UCD, PSOE y PP, sería un problema. Incluso a nivel de estructura del Estado, no se ha avanzado el temas de multiculturalidad, reconocimiento mutuo, incluso sociales… Por ejemplo, el que aquí haya mucho turismo y producción de riqueza, no ha ido acompañado del reconocimiento de los problemas y necesidades sociales, además de cubrirlas. Tenemos unos déficits educativos y sociales, pero también hay que mirar las condiciones laborales de los trabajadores y la precariedad de algunos sectores… Las autonomías deben poder desarrollarse en plenitud, que no lo han hecho. Además, el Estado ha recentralizado en numerosas ocasiones y eso provoca debates y problemas diversos problemas. Con ello, las reivindicaciones han aumentado y ahora falta serenidad en el debate.

-Y ahí la aparición de algún perfil de fuerzas políticas no ayuda…

-En este momento, la crispación es brutal, es uno de los grandes peligros a nivel social. Y no será sencillo calmar los ánimos, pero debe llegar la calma, y tener claro que España es un Estado diverso, mucho. La esperanza era mucha cuando arrancó la democracia y llegaron las autonomías. Pero a mí, hay cosas que me han decepcionado. Se ha frenado, reculado, se ha tenido miedo en muchas cosas, pero ahora mismo hace falta serenidad y menos populismos.

-A nivel lingüístico, ¿hasta qué punto es un lastre o un problema estar tan condicionado el tema de quién gobierna o no?

-Yo viví en los años 80 la puesta en marcha de la Ley de Normalización Lingüística, consensuada en el Parlament. Ya, luego depende de quién gobierna si la aplica más o menos. Cuando llegaron las competencias educativas, ya no fue lo mismo. Se apoyó a los medios de comunicación que querían hacer cosas en catalán, o crearlas. En mi época, razonábamos y avanzábamos. La lengua es algo a favor de los ciudadanos de este país, hayan nacido o no aquí. Es un elemento de cohesión.

-¿Cómo quiere que se le recuerda tras su larga etapa como docente e investigador?

-Quiero que se me recuerde por poner en valor la importancia del trabajo, de las propuestas y del país, que es el territorio y su gente. Que la riqueza y el país estén bien distribuidos. A nivel académico, dar continuidad a lo hecho, y a los temas pendientes, que son muchos, que los que vienen por detrás tengan ánimo para sacarlas adelante y seguir investigando.

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