Teresa Riesgo (Madrid. 1965) es secretaria general de Innovación del Gobierno de España. Doctora ingeniera industrial por la Universidad Politécnica de Madrid, desempeña desde 2003 su labor como catedrática de Tecnología en la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de la UPM, donde ha desarrollado toda su carrera docente e investigadora.
¿Cómo está Balears en innovación?
Es de las que menos esfuerzo inversor dedica, pero tiene un potencial enorme para crecer, con una universidad muy buena, científicos y empresas tecnológicas y un parque científico que las acoge y tiene posibilidades de atraer talento. También tiene una población desplazada a la que se le puede sacar partido para que invierta en innovación y no solo en turismo o en el sector inmobiliario.
El Cercle d'Economia insiste en la necesidad de un Pacto social por la Ciencia, la Tecnología y la Investigación (CTI) que ayude a la diversificación de la economía balear. ¿Qué le parece?
Es un pacto necesario y muy factible que ya hemos hecho en el ámbito nacional. Hay consenso político y social en la necesidad de invertir más en CTI y lo demuestra el hecho de haber aprobado en el Congreso la reforma de la Ley de Ciencia y la Ley de ‘starts ups' sin ningún voto en contra.
La Ley de Ciencia estatal prevé llegar a una inversión del 3% del PIB y la balear, al 2%, en 2030. ¿Será suficiente?
Hay que ir poco a poco. Primero hay que utilizar el dinero con cabeza y no solo para tapar agujeros. Necesitamos más capital riesgo.
¿En España falta capital riesgo en innovación o falta talento innovador capaz de atraerlo?
Falta capital riesgo privado y paciente para llevar adelante proyectos arriesgados de valor añadido. En Baleares hay un ejemplo excelente que es Sanifit, una biotecnologica ‘spin off' de la UIB financiada por fondos públicos CDTI y privados que acabó siendo comprada por Vifor Pharma. El mensaje es «invierta no solo por los beneficios que pueda obtener, sino porque está invirtiendo en las empresas que cambian el mundo». También hace falta capacidad de gestión y que el ecosistema de innovación esté bien conectado.
¿La administración potencia lo suficiente la compra de soluciones tecnológicas autóctonas?
Estamos estableciendo mecanismos de compra pública de innovación utilizando la administración como primer usuario. Debido muchas veces a la normativa de contratación, la compra publica prioriza el producto más barato frente al más innovador y eso hay que cambiarlo, sobre todo si hablamos de servicios para las personas.
¿Los investigadores se quejan también de las trabas burocráticas no solo en lo esencial, sino hasta para comprar una silla. ¿Qué van a hacer para solucionarlo?
Lo he sufrido como investigadora (ríe). La reforma de ley de Ciencia reduce las cargas administrativas y por ejemplo, las decenas de miles de subvenciones que se conceden anualmente ya no se auditan una por una, sino que se hace un muestreo. También estamos potenciando la figura del gestor de investigación, personas con experiencia y conocimientos en trámites administrativos. La Administración general del Estado es muy densa, yo misma firmo informes de todo. (ríe)
La universidad forma buenos científicos e investigadores que se van fuera para el postdoctorado y ya no vuelven, lo que supone una pérdida de talento y un despilfarro de dinero para las arcas públicas. ¿Qué hay que hacer para retener y recuperar el talento, además de pagarles más?
Es importante meter la I+D en el ADN de las empresas para que los jóvenes vean que ahí está el futuro. También debemos traer multinacionales a España que, a su vez, atraigan investigadores. Estamos impulsando programas como ATRAE, con importantes ayudas para incentivar la atracción de talento consolidado de reconocido prestigio internacional que haga más competitivo nuestro sector CTI. Es importante implicar al sector privado y fichar talento consolidado.
Desde la Universidad, algunos sectores reconocen que falta capacidad de transferencia de conocimiento e impactar mucho mas en la economía con todo lo que hacen. ¿La Universidad debe poner el foco en buscar soluciones a problemas tecnológicos o sociales, o incluso en oportunidades de negocio, más que en el conocimiento?
Los jóvenes cambian y también debe hacerlo la universidad, porque todavía damos clase como en el siglo XIX. Y lo digo como universitaria que soy. Mi generación se conformaba con tener un trabajo, ahora necesitan un incentivo, porque quieren cambiar el mundo, que es a lo que debe aspirar cualquier investigador. La Universidad debe ser diversa y acoger tanto al que genera conocimiento como a quien quiere poner el resultado de su investigación a disposición de la sociedad y el mercado.
La Unión Europea será la primera región del mundo en regular la Inteligencia Artificial. ¿Qué garantías habrá de que la economía o los intereses de los Estados no pasen por delante de los derechos fundamentales individuales? ¿Si EEUU y China no regulan la IA, perderá competitividad Europa?
Como europea, para mí no hay discusión: hay que proteger a los ciudadanos. En Europa trabajamos por una autonomía estratégica abierta que no deje a nadie ni a ningún lugar atrás.
¿Los ciudadanos entendemos las implicaciones reales de la investigación y la innovación?
No. Necesitamos un pacto entre los generadores de información CTI y los medios de comunicación para que llegue bien a la ciudadanía. Un ejemplo es la campaña del cohete Miura 1, proyecto en que está el mallorquín Alex Masmiquel. Lloro cada vez que veo el vídeo del día del lanzamiento y eso es lo que tenemos que conseguir de cada ciudadano cuando sepa de algún avance innovador. No hace falta que llore, pero hemos de conseguir que se emocione (ríe).