Ismael Gálvez (Murcia, 1992) es doctor en Economía y es profesor de Economía Aplicada en la Universitat de les Illes Balears desde 2020. Ha encaminado su especialidad hacia la economía laboral y la macroeconomía, pero también ha investigado mucho acerca del mercado de trabajo y la inmigración. Desde 2020, colabora con la Fundación porCausa, con la que desarrolló, junto al investigador Gonzalo Fanjul, un estudio sobre la inmigración irregular en España.
¿Cómo definiría la situación de las personas indocumentadas en el país?
Es una situación de vulnerabilidad porque les limita un sustento básico, que es encontrar trabajo. También cuentan con ciertas barreras para acceder a según qué servicios públicos, a excepción del acceso a la sanidad y a la educación. Pero sin duda, la mayor vulnerabilidad que se genera es que no se les permite el acceso al mercado laboral en condiciones normales. Tres de cada cuatro personas en situación irregular acaban en sectores como la hostelería o servicios de hogar, como destacamos en el informe de porCausa (2020). Aunque muchos de los inmigrantes acaban encontrando la manera de trabajar. Por ejemplo, tenemos la realidad de los manteros, pero son una minoría. Por otra parte, los estudios han intentado estimar una brecha salarial entre irregulares y regulares: las personas sin papeles perciben salarios un 20 % más bajos que las personas extranjeras con papeles.
¿A qué dificultades se enfrentan en Mallorca?
Por un lado, en términos laborales, las Islas en general les dan más acceso al trabajo porque existe una fuente de mercado negro. Además, las personas en situación irregular han señalado problemas con el empadronamiento, incluso, que es un derecho básico. Cuando hacíamos nuestras estimaciones, nos basábamos en el principio de que es una obligación de los consistorios, pero la realidad es que hay ayuntamientos que ponen trabas. También el tema burocrático es eterno y genera incertidumbre. Otra dificultad sería la vivienda [es un fenómeno que, según el doctor Gálvez, se incluirá en los futuros estudios sobre la radiografía de la inmigración] para estos perfiles. Si es un drama para nosotros, las personas reguladas, imagínate para ellos, y sin duda es un factor de pobreza y de riesgo.
En 2005, el Gobierno de Zapatero llevó a cabo una de las mayores reformas tras regularizar a 600.000 personas sin papeles. ¿De qué forma cambió esa decisión el marco de las políticas migratorias?
En España, no ha habido políticas migratorias en sí. Lo que han hecho los partidos políticos ha sido pasarse la pelota. La regulación se utiliza siempre como un arma arrojadiza en la política pero no se busca solución de cara a un futuro. Lo que se hizo con esta reforma fue acabar con un acumulado de gente sin papeles, puesto que regularizar en sí es un proceso de mucho tiempo. En ese momento, había un stock muy grande y se llegó a un punto en que era insostenible. Lo que se hizo fue tomar una especie de atajo. Pero, ¿ha cambiado algo? Desde luego que no. Sí que fue una reforma necesaria y favorable en ese momento. En 2015 llegó otro boom y seguimos sin políticas.
Lo que ustedes analizaron es que la regularización de personas sin papeles es favorable para el mercado laboral y la economía.
Un profesor estimó en su día el efecto que tenía la regularización de indocumentados sobre los nativos, en sus salarios y en el empleo. Se basó en datos de la Seguridad Social y veía que era muy favorable su regularización. Si miramos la Encuesta de Población Activa por secciones, los inmigrantes ocupan los sectores de hostelería o construcción. Al llegar a un nuevo país se especializan en trabajos de baja calificación. Lo que ahora sucede es que se han endurecido las contrataciones en negro. Ahí es donde deberían mirar las políticas migratorias, y centrarse en mejorar sus condiciones de vida, no tratar la inmigración solo como algo humanitario –ahí creo que se equivocó la izquierda al vender este discurso– sino como una estrategia utilitarista; hacer, en definitiva, una legislación enfocada en el beneficio al resto de ciudadanos. Si hay empresas que necesitan mano de obra y vemos que hay vacantes y personas sin regularizar, entonces tendría que haber políticas enfocadas a cubrir estas necesidades.
Si cada vez compensa menos llegar a España, ¿hacia dónde miran hoy los migrantes?
La dinámica de las migraciones está ligada al mercado laboral. En España, el boom migratorio empezó en el año 2000. En ese momento teníamos un 4 % de extranjeros. Hoy, está en torno al 13 %. La entrada masiva de inmigrantes coincide cuando hay una tasa de paro muy baja (con lo cual, mucho empleo). Si miramos a otros países como Francia, el 20 % de su población ya es extranjera. Este aumento llegará a España, por eso hay que empezar a asimilar y nunca negar un hecho social. La visión que tenemos sobre este tema afecta a las políticas que se llevan a cabo. Para cambiar la mirada, se necesita divulgar el problema y entender que la inmigración no perjudica al mercado laboral ni quita el trabajo a nadie.