Francina Armengol trató este martes de salir del foco de los medios de comunicación, pero probablemente no lo consiguió. En su comparecencia, muy tardía –casi tanto como la reclamación del dinero, que se hizo en el tiempo de descuento–, dejó sin respuesta dos de las grandes preguntas que le persiguen desde que estalló el escándalo. La primera es quién llamó en nombre del Ministerio de Fomento y a quién se hizo esa llamada. Los focos perseguirán a Armengol hasta que no se sepan los nombres. La segunda es por qué la reclamación de devolución del dinero no se hizo hasta su último día como presidenta, pese a que desde un año antes se sabía que la Guardia Civil investigaba el contrato.
Esta fue, precisamente, la omisión de la presidenta; no mencionó que ya había una investigación en curso y, por lo tanto, no aclaró por qué no saltaron los alarmas en ese momento para reclamar de inmediato el dinero. Armengol descargó en los funcionarios lo que se hizo mal, dijo que ella no conocía el expediente, pero por un momento se apropió de lo que se hizo bien o medio bien, cuando dijo que su Gobierno, no sus funcionarios, presentaron un apercibimiento a la empresa antes de las elecciones, algo cuando menos impreciso ya que aquello fue una simple carta sin efectos administrativos.
Sigue habiendo dudas en un procedimiento en el que, efectivamente, la justicia española no investiga a su Govern, pero sí lo hará aparentemente la justicia europea. Haya habido o no corrupción, lo que sí parece que ha habido es negligencia porque no se vigiló la suficiente. Algunos cargos del IB-Salut también deberían empezar a explicar qué ha pasado en este expediente que, de momento, se ha llevado consigo el nombre de Armengol.
Porque la presidenta dijo ayer que no tolerará que se mancille su nombre, pero tampoco parece que esto lo vaya a conseguir. Y es aquí donde aparece la derivada política de este caso. Inlcuso algunos entre los suyos estaban ya inquietos por la falta de explicaciones de Armengol y por la incineración acelerada de Iago Negueruela, torre sacrificada para proteger a la reina.
En Baleares se sabe de sobra que un proceso judicial tarda años en resolverse. Si finalmente hay una investigación y un juicio, la presidenta seguirá estando en el disparadero. Si además hay una comisión de investigación en el Senado, tendrá que asumir que se seguirá hablando de ella porque el PP quiere caza mayor aunque en estos momentos su nombre no aparezca en ningún sumario. El PP ha visto hueso y no lo soltará fácilmente.
Armengol no se irá porque se lo pida el PP. De hecho, es muy improbable que se vaya, a menos que se lo pida Pedro Sánchez. Lo que sí parece que se diluye de forma definitiva es que vuelva. Eso sí se aleja cada día que pasa y su nombre sigue en los medios de comunicación.