Nació en 1972 en Palma y se licenció en Relaciones Laborales y Derecho. Desde el año 1996, el abogado José Manuel Raya es laboralista y en la actualidad es uno de los veteranos más prestigiosos en la matera. Con motivo de la celebración, ayer, del 1 de mayo, Día del Trabajo, Raya analiza en esta entrevista el mercado laboral y los cambios que ha experimentado con la llegada de las nuevas tecnologías y, sobre todo, de las redes sociales.
¿Cuál es la incidencia de las nuevas tecnologías en los conflictos laborales?
—En la última década en Balears, las nuevas tecnologías han remodelado significativamente el ámbito laboral. Herramientas como la videovigilancia, los registros de la jornada, el uso de GPS y las comunicaciones vía WhatsApp han pasado de ser simples facilitadores de tareas a protagonistas en numerosos conflictos laborales.
¿Son chivatos tecnológicos?
— Estos dispositivos, pensados originalmente para mejorar la eficiencia y la seguridad, ahora también se plantean como certificadores de irregularidades en el ámbito laboral. La delgada línea entre la supervisión necesaria y la intrusión en la privacidad de los empleados se ha vuelto un campo de batalla legal cada vez más frecuente.
Ahora las redes sociales pueden ser pruebas en los conflictos laborales.
— Las redes sociales, que han permeado todos los aspectos de nuestra vida social, ahora juegan un papel crucial también en el ámbito laboral. No es raro que publicaciones en plataformas como Facebook, Twitter o Instagram se conviertan en pruebas en casos de fraude o mala conducta profesional.
¿Aunque se haya compartido a nivel privado entre pocas personas?
— Si lo ha compartido con una persona y esta lo hace llegar a otras se considera una prueba, La publicidad de tus actos se ha ido de las manos. Lo que antes se compartía en un círculo cerrado de amigos, ahora puede ser escrutado en un tribunal, transformando un simple post en un testimonio involuntario con consecuencias legales inesperadas.
Es decir, hay más despidos en la actualidad gracias a internet.
— Sí, es una realidad. Antes las empresas contrataban a detectives y ahora el detective son las propias redes sociales. A veces, son los usuarios los que se delatan ellos solos.
¿Hay un aumento de la conflictividad en material de conciliación laboral y familiar?
— La conciliación de la vida laboral y familiar se ha convertido en un tema de creciente conflictividad en los tribunales de Balears. A medida que los trabajadores demandan flexibilidad para gestionar sus responsabilidades personales, los desafíos para armonizar las políticas empresariales con los derechos de conciliación se intensifican. Este aumento de casos no solo refleja las tensiones entras las expectativas laborales a las realidades contemporáneas de los trabajadores.
Curiosamente, las nuevas tecnologías no están jugando un papel clave en los juzgados, que siguen absolutamente desbordados.
— Es así, las mejoras tecnológicas acaban en un cuello de botella. Seguimos en el siglo XX intentando aplicar la tecnología del siglo XXI. Y eso provoca un embudo, que se traduce en el atasco judicial que todos padecemos.
¿Los trabajadores no son conscientes de los riesgos de las redes sociales?
— Muchos no. Por ejemplo, en Emaya, que son especialistas en despedir a trabajadores veteranos, han despedido a empleados por determinadas publicaciones en Facebook. Recuerdo, por ejemplo, el caso un trabajador que estaba de baja por lumbalgia y daba clases de baile. Otro de una persona que estaba de baja por una patología intestinal y se fotografió comiendo un helado.