Antoni Llabrés (Palma, 1968), profesor titular de Derecho Penal especializado en Criminología, preside una Obra Cultural Balear (OCB) que no deja de ganar socios desde que el PP aplica las medidas lingüísticas que le exige Vox. En un mes han sumado casi 300 y, de seguir a este ritmo, creen que podrían llegar a tener 5.000 antes de verano. Llabrés conversa con este diario tras la masiva Diada per la Llengua celebrada el pasado domingo en la plaza Mayor de Palma.
La Policía Local dijo que hubo 7.000 asistentes; ustedes, 40.000. ¿No es demasiado decir?
—Se trata de la cifra de asistentes a los actos del Correllengua y a la Diada en su conjunto y probablemente nos quedamos cortos. Ahí se produjo un error en la comunicación de los datos, de la que asumo la responsabilidad. No quisimos ni quiero entrar ahora en ninguna guerra de cifras con la Policía Local, pero, estrictamente el domingo en la plaza Mayor y las calles aledañas se pudieron concentrar cerca de 15.000 personas, una asistencia multitudinaria.
¿Cómo lo calcularon?
—Lo sabemos por la superficie de 3.600 metros cuadrados de la parte interior de la plaza, con una ocupación que osciló entre dos y cuatro personas por metro cuadrado, dependiendo de la zona, y exceptuando el escenario, dos terrazas no retiradas y los dos accesos al aparcamiento. A eso debe sumarse la gente situada en toda la zona porticada y el primer tramo de la calle de Sant Miquel, donde la aglomeración impidió que muchas personas pudieran acceder a la plaza. Repartimos 5.000 troquelados con la isla de Mallorca, que se terminaron una hora antes de la llegada de la Flama, y en las fotos aéreas se observa que son muchas más las personas que no lo tienen que las que lo pudieron levantar. Eso nos aproxima a la cifra de quince mil asistentes, sin contar con los que se quedaron en las estaciones sin poder desplazarse, porque los trenes iban llenos y Serveis Ferroviaris de Mallorca, pese a haberlo pedido, no llegó a reforzar el servicio.
¿Cómo valora el primer Correllengua autonómico?
—Fue un éxito sin paliativos de Joves de Mallorca per la Llengua, que han sido capaces de encontrar un relevo generacional y organizar esta iniciativa que ha evidenciado la vitalidad de la lengua en todas las Islas. La OCB, aunque seamos de ámbito balear, solo tenemos implantación en Mallorca. La entidades hermanas son Acció Cultural de Menorca, el Institut d'Estudis Eivissencs y la OCB de Formentera, que han hecho posible este Correllengua interinsular.
Tras la Diada, se negó a valorar la reacción de PP y Vox. ¿Fue parte de una estrategia? Algunos dicen que representa un perfil menos político y más moderado...
—No quisimos entrar a valorar simples declaraciones. Por parte del Govern no hemos detectado ningún movimiento tras la Diada, al contrario. Lo único que puedo reiterar es que el Ejecutivo de Marga Prohens se equivoca persistiendo en el gravísimo error de pactar con la extrema derecha. El PP se equivocó con estos acuerdos porque podría haber puesto la lengua como una línea roja, pero la usó como moneda de cambio para satisfacer a un socio extremista que nunca tendrá suficiente. Les chantajearán más veces. Esto supone un fraude electoral para los votantes del PP porque están adoptando medidas que no estaban en el programa electoral, como el plan de segregación lingüística.
El pacto de gobierno con Vox deja abierta la posibilidad a cambiar la ley de función pública, con el fin de rebajar o quitar la exigencia sobre el conocimiento del catalán...
—Eso tampoco figuraba en el programa electoral del PP, pero está sobre la mesa y no lo desmienten. Así como está redactado en el acuerdo con Vox, dice que el desconocimiento del catalán no puede penalizar. Interpretado literalmente significa que el catalán no debería contar ni siquiera como mérito. La verdad es que a veces me pregunto si el PP se leyó lo que firmaba.
El Govern dice que no hará más modificaciones en materia lingüística. ¿Se lo creen?
—El portavoz parlamentario ‘popular', Sebastià Sagreras, preguntado el lunes por este tema, dijo que «en este momento» no contemplan ningún cambio legislativo más. El periodista le repreguntó si eso incluía el resto de la legislatura, pero no contestó. Tampoco dijeron a sus votantes que eliminarían la Oficina de Drets Lingüístics ni que crearían una comisaría política en manos de Vox para perseguir el catalán. Lo mismo puedo decir con los usos lingüísticos institucionales y administrativos consensuados y consolidados durante los últimos cuarenta años en el Parlament o en ayuntamientos como Calvià, Palma o Marratxí. Es un programa de gobierno que, en materia lingüística, busca satisfacer a esta minoría fanática. Le consta a todo el mundo que la mayoría de votantes del PP no están cómodos yendo del brazo de Vox, que odia el catalán, una de nuestras señas de identidad. Al PP le pasará factura si persiste en este error.
Pero, ¿cómo interpreta la reacción del PP tras la Diada? Evitaron decir que la mayoría silenciosa se quedó en casa, como hicieron hace 11 años tras la manifestación del TIL.
—Es verdad que no quisieron confrontar y buscaron justificar su política, minimizando el impacto de sus medidas. No argumentaron por qué no se hace una política activa por el catalán, como establece el Estatut d'Autonomia, para ir hacia una igualdad entre ambas lenguas oficiales, que es lo que no están haciendo. Nada más entrar a gobernar suprimieron la dirección general, insular y la concejalía de política lingüística del Ajuntament de Palma, toda una declaración de intenciones.
En su discurso desafió a la presidenta Marga Prohens, al decirle que debe posicionarse o con la mayoría social, a favor de la lengua, o «con el fascismo».
—El simpatizante del PP no puede estar cómodo viendo al partido prisionero de un partido extremista que ha llegado para dinamitar la convivencia. Es una irresponsabilidad que, siendo un partido democrático y mayoritario tras las elecciones en Balears, el PP les haga el juego. Por eso planteé que estén de sus votantes, del lado del Estatut y de la democracia.
«En la Diada per la Llengua de la plaza Mayor de Palma vi a votantes del PP; es evidente que hay un descontento»
Hubo varios alcaldes ‘populares' que recibieron personalmente la Flama del Correllengua. ¿Han detectado miembros del PP incómodos con estas políticas lingüísticas?
—En la plaza Mayor vi a votantes del PP. No pueden estar cómodos viendo que su partido va de la mano de quien destila odio contra todo lo mallorquín. Mientras en la Europa avanzada se practica un cordón sanitario contra partidos así, por higiene democrática, el PP de aquí se pone a sus pies. Es evidente que hay un descontento, a nivel de cargos orgánicos, de militancia y entre los votantes, que es una masa mucho más grande.
¿El rechazo de la masificación turística y los problemas de vivienda, como ha pasado en Canarias, podría converger con la defensa de la lengua propia?
—Si Prohens no rectifica, en esta legislatura se desencadenará una reacción social sin precedentes, que nos hará recordar como plácido el cuatrienio negro de Bauzá. Se dan todas condiciones para que así sea y la protagonizarán, en primera línea, nuestros jóvenes. Lo del domingo pasado fue el inicio de un movimiento de recuperación de la autoestima, de orgullo de pueblo, un ejercicio de dignidad colectiva. La sostenibilidad lingüistico-cultural no puede disociarse de la social y demográfica ni de la territorial. El modelo económico actual nos lleva al colapso y es incompatible con unos mínimos de calidad de vida digna para todos los mallorquines. Hayamos nacido donde hayamos nacido, haremos causa común. Lo de Canarias fue una reacción identitaria contra un modelo que repercute negativamente en sus vidas, como pasa también aquí.
¿Qué harán próximamente?
—Nos seguiremos movilizando en la calle, combinándolo con el frente judicial, si el Govern no cesa en su intento de demoler el modelo lingüístico educativo y si no cumple con el Estatut. El domingo pasado llamamos a todos los que quieren a Mallorca y a la lengua a una movilización permanente. No pararemos. En las próximas semanas, la OCB interpondrá sendos recursos contenciosos contra el plan de segregación lingüística y contra el Reglamento lingüístico de Calvià.