Aunque, a día de hoy, el bullicio que inunda Platja de Palma podría hacer pensar que todo el mundo ha olvidado; la situación real es completamente inversa, sobre todo para los que no están de paso. La tragedia del Medusa Beach, que mañana viernes cumple su primer aniversario, dejó su huella en la zona y en las mentes de todos aquellos que intervinieron, de una forma u otra. Los que perdieron a un ser querido, quien trabajó sin descanso buscando heridos bajo los escombros y todos aquellos que trataron de poner orden durante la noche de un jueves fatídico que Mallorca no olvidará jamás.
Cuatro personas murieron durante el derrumbe y otras diecisiete resultaron heridas, algunas de ellas, de gravedad. Poco después del suceso y tras las inspecciones realizadas durante la investigación, el Ajuntament de Palma certificó deficiencias en la construcción de la terraza que cedió bajo los pies de los que se encontraban disfrutando de la noche en un local en el que se concentraban tanto turistas como residentes. Será el juez quien dirimirá si la propiedad es responsable del trágico desplome, si bien los inspectores de Cort ya confirmaron que la terraza carecía de licencia.
En junio dará inicio el proceso judicial con las declaraciones en fase de instrucción y todos los afectados volverán a revivir el horror del derrumbe. Como explica, Jennifer Prata, psicóloga de Emergencias del COPIB (Col·legi Oficial de Psicologia de les Illes Balears) que vivió el siniestro en primera persona y trató con los afectados en los segundos posteriores a la catástrofe, «cuando recordamos algo, especialmente una experiencia traumática, volvemos fisiológicamente a reexperimentar lo vivido en el momento en el que pasó. Escuchamos los sonidos, el ruido, hasta percibimos los mismos olores. Los escombros cayendo, los ‘walkie-talkie’ de los policías, las sirenas de las ambulancias. Todo ello remueve sentimientos y es completamente normal que los afectados se sientan más nerviosos, con una fuerte descompensación emocional previa a que llegue una fecha señalada», explica la profesional.
Emergencias y vidas perdidas
No es algo de lo que puedan huir, ni tan siquiera, los profesionales que trabajan en estas debacles, aún estando sobradamente preparados para enfrentarse a ello. «De hecho, esa misma noche, intervine con uno de los efectivos que se encontraba en primera línea porque sufría una sintomatología que le impedía rescatar a dos personas que seguían atrapadas. Ni nosotros ni nadie, aunque se tengan herramientas, está preparado para algo así», relata Prata.
La crónica de la tragedia, que dio inicio a las 20:20 horas del jueves 23 de mayo, volverá a narrarse durante los próximos días y meses; un itinerario extremadamente difícil para los afectados directos, testigos y allegados, en especial, de las cuatro víctimas mortales. «Como seres humanos somos muy resilientes y podemos salir adelante de situaciones potencialmente traumatizantes que nos pueden dejar secuelas a nivel psicológico; y cuando no es así, podemos necesitar el acompañamiento y el apoyo de un profesional de la salud mental. A posteriori, es habitual volver a experimentar lo vivido en forma de pesadillas, pensamientos instrusivos o flashbacks», prosigue Jennifer Prata.
Muchos de los afectados han vivido el rechazo al acercarse al lugar de los hechos o incluso a volver a subir a una terraza. Son mecanismos de defensa que afectan directamente al sistema nervioso y «pueden jugarnos una mala pasada cuando, por ejemplo, se acerca el juicio. Hay que intentar prepararse para eso, de la forma en la que cada uno sienta que le va mejor. Llorar, hablarlo, desahogarse, acercarse a todo aquello que nos haga bien», finaliza la psicóloga.
I DINGÙ A PASSAT PER SA PRESO.....visca Mallorca i sa justicia!!!!!!!!!