Los datos de julio han confirmado el proceso de retracción que está experimentando el turismo alemán en Baleares durante la temporada alta, especialmente en Mallorca. Una tendencia que va consolidándose mes a mes y que los expertos atribuyen principalmente a motivos económicos.
«La situación económica en Alemania no está ayudando», relata el consejo de Turismo de Turespaña en Berlín, Álvaro Blanco, quien hace alusión a indicadores como el decrecimiento del 0,3 % del PIB, el aumento del desempleo y el encarecimiento de todo tipo de productos y servicios en el país. «Hay muchos factores que están influyendo y eso está afectando a otros destinos y a los propios sectores turísticos de Alemania como destino».
De esta manera, la subida de precios de la oferta turística balear está coincidiendo con un momento de crisis económica en su principal caladero que está llevando a una búsqueda de destinos más económicos entre los viajeros teutones.
Buen ejemplo de ello puede ser el desvío de turistas a la turca Antalya, apodada desde hace años la nueva Mallorca. La capacidad aérea hacia este destino se ha incrementado un 8 % entre mayo y septiembre de este año. La tarifa hotelera media por noche durante los meses de julio y agosto es de 92 euros; la de Baleares, de casi el triple: 292 euros. Así lo indica Carlos Cendra, director de Marketing y Comunicación de Mabrian, consultora internacional sobre datos turísticos y proveedora de información del Govern y consells insulares entre otros.
«El clima de consumo de los alemanes es, en general, menos optimista y esto reduce la intención de gasto», señala para añadir que el mercado turístico de ese país «es muy sensible a las variaciones de precio, y cuando el clima de consumo es menos halagüeño esta sensibilidad es mayor». Cadenas como Hipotels confirman los macrodatos de INE e IBESTAT. «Estamos viendo unos menos alemanes este verano, es cierto».
Alemania va a seguir siendo el primer mercado turístico de Baleares pase lo que pase: el año pasado dejó cinco millones largos de turistas -un tercio de todos los visitantes internacionales- y en 2025 continúa liderando los flujos extranjeros a las Islas. Es justo en la temporada alta donde se está viviendo una disrupción: las llegadas se han ido reduciendo en mayo, junio y julio (entre un 2 % y un 9 %), y las pernoctaciones han registrado bajadas incluso más acusadas (entre un 7 % y un 16 %). Las visitas al conjunto de España (casi la mitad de los alemanes llegados al país recalan en Baleares) también se han resentido, con una bajada del 5 % en julio.
Wolfgang Engstler, cónsul de Alemania en Mallorca, admite que «los turistas alemanes deben prestar más atención a su presupuesto y ya no pueden gastar tanto dinero en las vacaciones». Que el primer mercado turístico llegue a las Islas con lo justo para gastar se está notando en toda la oferta complementaria, especialmente la restauración. «Dado que los vuelos y también los hoteles en Mallorca han subido mucho de precio, queda en general menos dinero para otros gastos», observa el cónsul. Una apuesta por el ahorro que no es sino un reflejo de lo que ocurre en su propio país de origen. «Todo esto también se aplica en Alemania, donde hay quejas de los restaurantes porque los clientes están dejando de acudir: son cada vez más las personas que no se lo pueden permitir debido al aumento del coste de la vida y se ahorran salir a comer fuera».
La variable económica sirve para explicar tanto la elección de destinos como de periodos de viaje alternativos. Además de los alemanes que cambian Mallorca por Turquía, Croacia, Grecia o Albania, los hay también que deciden viajar en otro momento del año a fin de esquivar las tarifas veraniegas -amén de la masificación o de las temperaturas extremas, que también juegan su papel-, lo que se traduce en un ligero incremento de las llegadas en los meses de temporada baja -tanto para Baleares como para el conjunto de España- que hace que el balance anual de llegadas siga siendo, por ahora, positivo.
El efecto de las protestas
Por otro lado, las movilizaciones ciudadanas de los dos últimos años en protesta por la crisis habitacional y la saturación han sido activamente recogidas por los medios alemanes, poniendo muchas veces el foco en los mensajes más feroces contra el turismo. También se sigue evaluando el efecto que estos episodios pueden tener en la demanda, aunque por lo pronto los expertos consultados descartan que esté siendo relevante.
«Las protestas contra la saturación aparecen en los medios alemanes, es cierto, pero en mi opinión todavía no son determinantes para la disminución del número de turistas», señala el cónsul alemán en Palma antes de regresar al factor, por consenso, más determinante. «Para las familias con niños que quieren pasar sus vacaciones de verano en el sur durante las vacaciones escolares, la evolución de los precios, junto con el menor presupuesto disponible, es el factor decisivo», sentencia Engstler.
Tampoco para Carlos Cendra las protestas están teniendo efectos visibles de retracción en la demanda alemana. Así lo sugieren los datos, indica el portavoz de Mabrian, quien señala además que el índice de satisfacción global de los visitantes con respecto al producto turístico y la seguridad de Baleares se está incrementando en las últimas temporadas. No obstante, matiza que «puede afectar a la intención de viaje, especialmente en el momento de la reserva».
Así, observa que el impacto de estas manifestaciones en la percepción global de destino «sí que es un asunto sobre el que hay que poner atención, con una visión de largo plazo, para evitar que se afiance la idea de que los viajeros no son bienvenidos o que el turista alemán ya no puede sentirse como en casa, un factor clave para este mercado cuando se estudia el caso de Baleares».
El propio Govern lleva desde el año pasado en contacto estrecho con agentes y medios alemanes en el marco de una campaña comunicativa para garantizar que las protestas no son indicativas de un clima adverso hacia los visitantes de ese país.
La clave de la tendencia a la baja, pues, hay que volver a buscarla en la vertiente económica. Sobre todo cuando turoperadores como TUI o Der Touristik ya avisaban en la Feria Internacional de Berlín el pasado marzo que sus clientes estaban cada vez más interesados en destinos más económicos del Mediterráneo oriental. También Turespaña avanzaba en primavera que «la demanda alemana parece haber llegado al límite en la sensibilidad al precio, después de dos años de aceptar incrementos sustanciales».
Estamos donde queríamos estar, un turista de más poder adquisitivo. Lo que pasa es que de estos hay menos que de los otros. Pero vamos bien, no importa tener algunas habitaciones de hotel vacías, si al final lo compensamos con el precio. Las camareras de piso lo agradecerán y los sufridos ciudadanos de Mallorca también.