Muchos habrán soñado con que sus mascotas vivan unos cuantos años más. Un deseo que cada vez está más cerca de materializarse, pues dos ensayos clínicos americanos prometen aumentar la longevidad de los perros hasta un 30 % más. Un afirmación que suscita recelo entre la comunidad de veterinarios clínicos. Por un lado, el estudio STAY, que se desarrolla en San Francisco bajo el liderazgo de la científica Celine Halioua, investiga la toma de una pastilla diaria para frenar el envejecimiento canino. Por otro, el estudio TRIAD, englobado dentro del ‘Dog Aging Project’, se está llevando a cabo en la Universidad de Washington y está a cargo del investigador Matt Kaeberlein.
El segundo basa su investigación en la inoculación de una inyección cada seis meses que también pretende parar el envejecimiento del perro. «El envejecimiento en perros se parece mucho al de los humanos, por lo que parece el animal perfecto para probar la medicación», explica el delegado de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (Avepa) en Balears, Manuel Ruíz. Los perros grandes y gigantes viven menos que los pequeños.
Los estudios han detectado una molécula que es más alta en perros de grandes dimisiones, por lo que se entiende que ésta es la que hace que su longevidad sea más corta. En síntesis, tanto la pastilla diaria como la inyección semestral busca bajar los niveles de esta molécula. Por ello, se recomienda para animales de más de 6 kilos, en el caso de STAY, y de 18 kilos en el de TRIAD, y que tengan al más de siete años. Por el momento, la empresa que ha creado las pastillas ya ha obtenido la aprobación de la solicitud de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) para poder administrarla a perros.
Según apunta Ruiz, la investigación está aún en una fase muy primaria que no permite conocer los efectos secundarios: «El problema de un medicamento nuevo es que a corto plazo al perro no le pasará nada pero dentro de diez años quién sabe», dice. Considera que estos ensayos, que aunque ahora estén enfocados en caninos en el futuro podría aplicarse a personas, «platean un problema ético importante», por que «parece que usa a nuestros pacientes [los pequeños animales] en vías de experimentar para luego aplicarlo a los humanos». «Creo que o se deberían usar como conejillo de indias».
También, le suscita «miedo» sobre qué va a provocar en los animales: «Estaría bien saber en qué condiciones llegarán los perros a los esos 24 años [tiempo estimado que se puede alargar sus vidas]. Nos hacen falta más datos», señala. Asimismo, critica que se utilice el amor que muchos procesan hacia estos animales para sacar un rédito: «Es muy fácil vender algo a través del amor».
«Los que trabajamos con animales pequeños trabajamos con sentimientos. Estos animales están en las consultas porque una emoción los ha llevado ahí. No me parece ético que juguemos con eso. Incluso llegan por culpa, porque si atropellas al perro de tu vecino lo llevas al veterinario», dice y añade que «se juega un poco a ser Dios, decidiendo cuánto se tiene que a lagar la vida».
Por ahora, un perro grande vive entre 10 y 14 años, dependiendo de la raza; mientras que uno pequeño lo hace entre 13 y 16 años.
Basta ya de experimentar con los pobres animales!