Un móvil que se creía perdido en Mallorca: eso suena a la típica molestia de las vacaciones. ¡Pero este iPhone quería algo más! En lugar de oxidarse silenciosamente en el fondo marino de la bahía de Alcúdia, se embarcó en una odisea: lo recuperó un buceador alemán, lo rechazaron recepcionistas y policías españoles, lo rescataron en Baviera y finalmente lo llevaron a Londres personalmente un agente de la ley de Franconia. Pero primero lo primero...
«Esto se queda aquí en el estante»
Principios de septiembre: Una inglesa hace un viaje en barco por Alcúdia, con su smartphone en mano, quizás para un último selfi de sus vacaciones. Una ráfaga de viento, un mal agarre... ¡y chapoteo! El iPhone se hunde en el mar frente a Mallorca. Su dueña ajusta cuentas de inmediato: perdido, dado de baja, punto final. ¡No del todo!
Unas horas después, un bávaro se sumerge en la misma bahía. Un bloque negro brilla de repente entre los peces y las algas. El hombre de 44 años lo saca, lo lleva al hotel y lo coloca en el mostrador de recepción. Allí, lo examinan con lupa como si acabara de caerse de un ladrillo mojado. «Tiene que llevar esto a la policía», dice el empleado encogiéndose de hombros.
Así que, a la comisaría. El turista alemán explica cortésmente su petición. El agente mira el dispositivo empapado en agua salada y arquea las cejas: «Señor, esto se queda aquí en el estante. De todas formas, el dueño nunca se pondrá en contacto».
Adiós a la esperanza de un final feliz mallorquín. El bávaro siente como si hubiera enviado personalmente un mensaje de socorro desde una botella a la orilla, solo para que le digan que la botella ahora pertenece al almacén. Así que se lleva el teléfono.
El rescate de Ansbach
De vuelta en Alemania, en la modesta ciudad bávara de Ansbach, quien lo encontró no se dio por vencido. En la comisaría local, un agente le quitó el dispositivo. Y de repente, una idea brillante: usando la función de llamada de emergencia, encontró un número guardado: un amigo del dueño.
Una llamada después, quedó claro: el iPhone pertenecía a una londinense que llevaba mucho tiempo llorando su pérdida. La alegría por la inesperada llamada desde Baviera fue enorme.
Y eso no es todo: Yasmine, una agente de policía de Ansbach, planea un viaje a Londres. En lugar de DHL o correo certificado, ahora lo entregarán en persona. Burocracia en su máxima expresión: con una maleta, un billete de avión y una pieza de equipaje de mano extra.
Un smartphone como trotamundos
Y así, el iPhone pronto regresará a su lugar de origen: a las manos de su dueña en el Támesis. Desde el fondo del Mediterráneo, pasando por un desvío con la policía bávara, hasta Londres: un smartphone en una gira europea con más experiencias que muchos viajes organizados.
¿La moraleja? A veces, incluso las cosas perdidas tienen más suerte y más aventuras que sus dueños. Y cualquiera que tenga un número de emergencia guardado en su móvil podría sorprenderse algún día cuando un bávaro con esnórquel y una policía de Franconia acudan al rescate.
Me encanta.... pero qué pena que los recepcionistas y policía de Mallorca ni tenian las ganas ni la imaginación para solucionar el problema... en cambio, los de Ansbach siiiiii!