La rutina matinal del Bar Bosch, uno de los enclaves más concurridos de Palma, se rompió este martes alrededor de las 11 horas cuando los camareros detectaron a un viejo conocido: un hombre que merodea por la zona y que, según cuentan los trabajadores, aprovecha cualquier distracción para llevarse lo que no es suyo.
En cuestión de segundos, el sospechoso se abalanzó sobre un plato lleno de propinas, se guardó las monedas y emprendió una huida tan rápida como torpe. Pero esta vez no contaba con que el personal del local, cansado de que el mismo truco se repita casi a diario, saldría tras él con determinación. «¡Devuélvelo!», llegó a gritar uno de los camareros mientras corrían por la Plaça Joan Carles I.
La persecución continuó por la calle Conqueridor, donde la escena dio un giro que nadie esperaba: el ladrón, en su intento por despistar, resbaló y cayó de lleno sobre una mesa del Cappuccino, donde desayunaban varios clientes. Entre ellos, nada menos que el fiscal Tomeu Barceló, exfiscal superior de Baleares. El impacto fue tal que su café terminó sobre su ropa antes de que pudiera entender qué estaba pasando.
El fugitivo se levantó de un salto e intentó reemprender la huida hacia el Born, pero los trabajadores del Bar Bosch, que ya venían calentitos de otras ocasiones, lograron alcanzarlo y retenerlo hasta la llegada de la Policía Nacional. Algunos testigos llamaron alarmados, y no era para menos: según el encargado, el hombre —de 30 años y nacionalidad ucraniana— tiene prohibida la entrada al local y acumula un historial de amenazas, incluyendo frases como «te voy a matar» y un episodio reciente en el que llegó a esgrimir una navaja al ser expulsado.
El detenido pasó a disposición judicial asistido por un abogado y quedó en libertad con una orden de alejamiento del Bar Bosch, algo que los trabajadores recibieron casi como un respiro necesario tras semanas de insistentes incidentes.
Se entiende porque no es capaz de ganarse la vida honradamente. Es muy tonto como dice José Mota.