Pasadas las 22 horas de la noche del lunes, Menorca recibió a uno de sus héroes con un reconocimiento improvisado que empezó como una cadena de mensajes y acabó como un amago de concierto que dejó boquiabierto a todos los que iban desfilando por la puerta de llegadas del aeropuerto de Maó. La ovación, de más de un minuto, fue para el corredor Raúl Riudavets.
Más de mediocentenar de personas se reunió para recibir al único participante menorquín de la exigente Marathon des Sables que se disputa durante seis días en el desierto del Sáhara y con una distancia de unos 250 kilómetros. Un regalo sorpresa que emocionó por igual a los presentes y al propio protagonista, que recibió la mejor recompensa posible: Comprobar el amor y la admiración que despierta en las personas que le rodean.
La APIMA de la Escola de Música de Es Mercadal que preside el atleta le recibió interpretando 'Sa balada d'en Lucas' en mitad de una ovación pronunciada. Un momento que puso la piel de gallina a todos los presentes, incluso a los recién llegados que se veían abrumados por la situación y preguntaban, curiosos, si el protagonista era "algún famoso".
Raúl, una persona cercana, sincera y cariñosa, recibió el cálido abrazo de los asistenes y en especial de sus dos hijos y de su esposa, a los que el mercadalense agradece su paciencia y su comprensión para poder llevar a cabo la aventura. "He sufrido mucho pero lo he disfrutado, aunque no creo que vuelva", explicó Riudavets, que una vez recuperado de la sorpresa agradeció la visita compartiendo algunas anécdotas con los corredores presentes.
Recibimiento muy dulce
La cara más dulce de la sorpresa la puso Santi Riudavets, el hermano de Raúl, y Salva Bañuls, compañero de entrenamientos del protagonista, que le recibieron con una barra de pan con chocolate untado, que el propio corredor admitió que era lo que en sus largas travesías echó más en falta.
Raúl antepone cualquier resultado obtenido a nivel deportivo -fue el 35 de unos 1.200 atletas- "a la gran cantidad de momentos especiales que me llevo en la memoria y a la gente especial como Miquel Capó que he conocido". "La clasificación es anecdótica", resume fiel a su humilde y encantadora forma de ser.