Álex Urbina se convierte en gigante

El menorquín Álex Urbina (Maó, 1989) acaba de completar uno de los grandes retos que puede afrontar un corredor de ultra trail a lo largo de su carrera: el Tor des Géants. Las montañas del Valle de Aosta italiano llevaron al límite a un Urbina que logró superar con nota el desafío de 335 kilómetros con 24.000 metros de desnivel positivo: finalizó en la 25ª posición después de 88 horas y 20 minutos.

Eso le convierte a su vez en el tercer mejor español de una prueba que contaba con la participación de más de 1.100 corredores de todo el mundo, de los cuales 401 abandonaron durante el transcurso del evento. Al protagonista menorquín eso no se le pasó por la cabeza en ningún momento. Retirarse no era una opción. Pero sí que lo pasó mal. «La última noche intentaba dormir y no podía. En una de las bajadas que estaba haciendo, como que se me ‘desconcectó’ la cabeza y caí de golpe. No era consciente de ello», explica sobre lo que experimentó en el tramo final.

«Me encontré con un corredor inglés y le dije ‘voy en unas condiciones lamentables y no puedo ir solo, ¿te puedo acompañar hasta llegar a un refugio?’», cuenta el mahonés.

Inicio somnoliento

Pero antes de llegar hasta ese punto, cabe remontarse hasta el inicio de la carrera, que fue «un tanto extraño» para Urbina. «El día estaba encapotado y parecía como que, al no haber salido aún el sol, pues que estaba adormilado por la mañana», apunta.

No obstante, el primer día de carrera no durmió durante la noche, lo que ahora a posteriori considera un fallo. «Dormir de noche es lo normal para el cuerpo. Es lo primero que cambiaría sobre lo que hice. Y más cuando el cuerpo ya está cansado desde un principio», detalla. Y es que aprovechando que las condiciones meteorológicas eran envidiables, algo que solo ocurre «una vez cada 7 años», Urbina reconoce que debería haber hecho «cosas más normales». «Dormir de noche y avanzar de día», insiste.

La gestión del sueño

El error inicial implicó ir a contrapié durante el resto de la prueba a la hora de gestionar el sueño y sentirse lo más fresco posible en todo momento. Tras dormir dos horas durante el día en la segunda jornada y «quedarse como nuevo», Urbina comenzó a gestionar microsueños durante las noches, durmiendo media hora en una base de vida y otra media en un lugar diferente.

Incluso tuvo tiempo para sufrir algún que otro susto. «En una ocasión, llegué a una base de vida y le dije a los voluntarios que me despertasen pasadas las tres horas y media, pero se equivocaron y me despertaron tras haber transcurrido solo una hora y media. Además, la voluntaria tuvo poca delicadeza y me metió un susto que me hizo ir traumado toda la noche», recuerda entre risas. «Se trata de una carrera en que lo más importante, además de la comida, claro, es dormir», destaca.

Compañerismo y salud

Esta falta de sueño, potenciada por un uso excesivo de la cafeína, dio pie a episodios que Urbina no recuerda muy bien al tener lagunas y, sobre todo, alucinaciones, algo que se produciría encarando el último día y que nos lleva al punto de partida de la historia.

Además del corredor inglés mencionado al principio, el residente en Manresa también coincidió con otro italiano al que le pidió si podía acompañarle porque estaba teniendo alucinaciones. «Hay un gran compañerismo. No corrí mucho tiempo con gente, pero en el tramo final sí. Al verle delante, yo tan solo tenía que seguir sus piernas sin pensar en nada más hasta llegar a un refugio», señala Urbina.

No obstante, su condición física hizo que los responsables de la organización le obligaran a descansar al verle en ese estado. «Me insistieron en que la salud es lo primero. Sabían que yo no quería retirarme, así que me dije ‘pues voy a dormir y ya funcionará’». Y así fue: cuatro horas que le sentaron de fábula. Pero al haberse pasado con la cafeína, a medida que se iba acercando a una línea de meta que cruzó en la madrugada del miércoles al jueves, Urbina cayó preso de unas emociones que «no podía controlar».

«Me dieron ganas de llorar a partir de una sensación de impotencia y soledad. Era como si la cafeína se hubiera apoderado de mi sistema nervioso», explica sobre una situación potenciada por el hecho de volver a ver a sus amigos y a Laura, su pareja, quienes le habían estado siguiendo, documentando y ayudando en los avituallamientos con el material y las comidas para que el atleta no se tuviera que preocupar de nada y se centrara únicamente en la carrera. «A veces era un poco radical con ellos porque estaba en un estado de euforia, hambre, falta de sueño y frío constante. Ellos me hablaban desde la razón y me ayudaban», reconoce con sinceridad.

Buen resultado, pero mejorable

En estos momentos, todavía recuperándose de la paliza física y emocional que le ha supuesto el Tor des Géants, Álex Urbina admite entre risas que tiene «cero ganas de correr» ahora mismo, pero que le gustaría «volver a hacerlo». «Quiero minimizar todos esos errores que he tenido. He hecho un resultado por debajo de mis posibilidades. Pero claro, si tuviese la experiencia que ya tengo ahora...», asegura.

«Hay corredores que una semana antes ya estaban entrenándose sobre el terreno y haciendo pruebas corriendo con sueño. Yo no podía hacerlo», señala. «¿Qué debo corregir? No estar tan nervioso, ser más calmado con mi equipo e ir tranquilo, no pasarme con la cafeína y, aparte de dormir siempre de noche, llevar algo que, aunque implique más peso, me permita dormir en una piedra o similar en caso de situación extrema», sentencia teniendo muy claro los aspectos a mejorar.