El Bàsquet Menorca empequeñeció ante la majestuosidad del Pavelló Menorca -que cobijó a 800 espectadores en su reapertura- y la arrolladora puesta en escena del Sant Adrià (69-91). Una presión a toda pista y un ritmo endiablado en ataque generaron un desgaste físico y emocional en el quinteto local, que apenas tuvo respuesta competitiva hasta poco más allá del ecuador del primer cuarto. ¿Hubo miedo escénico en la recuperada relación oficial entre el deporte de la canasta nacional y el histórico pabellón insular?
El juego del equipo de Oriol Pagès no fue proporcional al escenario de la cita y si bien logró mantener el duelo equilibrado hasta bien avanzado el primer cuarto (15-16), la tendencia a la baja fue evidente en el cierre del acto inicial con un parcial de 1-7 (16-23). El juego del Sant Adrià no sorprendió y sí la escasa oposición que fue capaz de generar el Bàsquet Menorca, atosigado por la agresividad catalana, sus posesiones cortas y efectivas y las erróneas lecturas de la defensa sobre el bloque y continuación rival.
La pérdidas, claro está, se sumaron a pares. Mucha imprecisión y previsión en el pase. Hasta veinticuatro al término del partido. Excesivas y definitivas. El segundo cuarto abrió con un 0-6 y la combinación adversa se completó con la lesión de Andreu Matalí, quien sufrió un pinchazo en un abductor y salió de la pista definitivamente con el partido cuesta arriba, pero aún recuperable (22-34, a 5:29 del descanso). Una baja notable que sumar a las de Pitu Jiménez, Dani García y Jan Orfila.
Y a partir de aquí la resistencia del equipo entró en barrena. Ausencias al margen, las rotaciones fueron limitadas, no por numéricas, sino por improductivas. Los recambios salieron acomplejados del banquillo y no sumaron cuando el partido todavía podía reabrirse. 30-45 al descanso, que en las primeras posesiones del tercer cuarto se convirtió en un -20 (30-50) y alcanzó tintes de descalabro con el recital anotador de López (11 puntos, 3/3 triples) en este parcial: 41-71, «arreglado» a su término con un 49-72.
El partido entró tempranamente en una dinámica eterna viajes a la línea delos 4.60. Como mal menor, el Bàsquet Menorca tuvo arrestos para reducir el impacto del marcador -llegó a bajar de los veinte puntos- y la grada pudo descubrir los valores de la última incorporación: Krtalic (9 puntos, 5 rebotes y 3 tapones), superado su particular «miedo escéncio» inicial.