El Menorca hilvanó ayer ante el Cornellà su décimo segunda jornada sucesiva sin vencer (1-1), reeditando la trama de citas previas, en que los méritos sobre el césped carecen de reflejo en el marcador. Una dinámica que parece imposible de revertir y que en el duelo de ayer dispuso un triste aderezo, al convertirse el epílogo en una lamentable pelea entre miembros de ambos equipos en plena boca de los vestuarios.
En lo que refiere al juego, la primera mitad sobresalió por carecer de un claro dominador, prevalenciendo las alternativas en los ataques. El Menorca generó ocasiones más desde el impulso que desde la calidad, y en una soberbia incursión del incombustible Marcel por el flanco diestro se avanzó en el marcador en el 37'. En la segunda parte, el Cornellà avanzó líneas y equilibró producto de un certero remate de Edgar G. tras una acción de laboratorio (66'). El Menorca, beneficiado con la expulsión de Edgar a 9' del término, buscó el triunfo en el tramo final, pero pecó de su habitual desacierto (1-1).