Rubén Martínez Granja (Maó, 1989) continuará en la máxima categoría del fútbol heleno y en las filas del Lamia FC, según confirma en estas páginas el propio futbolista, que se incorporó a finales de 2022 al club ubicado en la región del Ftiótide, en la periferia de la Grecia central, y con el que ha sellado un acuerdo por una temporada más.
El Lamia obró hace un mes una agónica y muy celebrada permanencia en la última jornada del playout por eludir el descenso, en la que empató a dos en el partido definitivo contra el Ionikos de Nicea, rival directo, con goles del costarricense Cristopher Núñez y del serbio Zoran Tosic, para poder escapar del hoyo.
«Tuvimos un buen final temporada; el equipo empezó mal, pero tuvimos un gran final de curso», rememora Rubén Martínez, cuya llegada al conjunto griego resultó de gran influencia, y así lo ilustran números, recorrido y reacción del equipo desde ese entonces (que era colista cuando ocurrió la venida del menorquín), de lo que se entiende como una consecuencia natural su continuidad en Grecia y en el equipo. «Estoy a gusto en Grecia, también mi familia, por eso he decidido renovar», explica el excanterano de la UD Mahón y del Barça acerca de la que es, y luego de trazar un interesante y sólido trayecto en diversos equipos de la geografía nacional, su primera aventura en el extranjero, que además apareció cuando el jugador ya rebasaba la treintena. «Era un tren que, por edad, había que coger ya», subraya.
«Tener aquí a mi mujer y a mi hijo es una gran ayuda para mí; antes de venir sentimos algo de preocupación, desconocíamos como sería el proceso de adaptación, a un sitio nuevo, a un país nuevo», relata Rubén, que admite dominar «poco» el idioma griego. «Nos manejamos casi siempre en inglés», desvela, si bien cuenta con un intérprete de excepción en casa; su hijo, que en agosto cumple cinco años, y que se desenvuelve con soltura en la lengua helena.
«A menudo nos resuelve las situaciones», comenta en tono divertido el centrocampista menorquín, que en ese sentido hizo valer también la presencia en el vestuario de otros futbolistas españoles (o de habla), como por ejemplo David Simón, «que me lo han puesto muy fácil», abunda, para acelerar el proceso de aclimatación a su nuevo destino.
Nivel
Autor de cinco goles en su media campaña en suelo heleno, cuestionamos a Rubén Martínez sobre el nivel de juego y de los equipos que integran la Superliga de Grecia, la máxima categoría del país. «Yo provenía del Albacete, un buen equipo (y que este año ha jugado la fase de ascenso a Primera División, lo que concede a Rubén cierta perspectiva, y para el que acertó 13 dianas en 54 partidos); en Grecia hay grandes equipos, como Olympiacos o Panathinaikos, y luego, un eslabón por debajo está el resto. De entre esos equipos diría que algunos son de un nivel similar a muchos conjuntos de la Primera División española, y otros, de Segunda», observa.
Ambiente
Al margen del juego, pero directamente relacionado con ello, planteamos al jugador mahonés por la pasión con la que los aficionados griegos acostumbran a vivir el mundo del deporte en general y el fútbol en particular, sobre como se percibe desde el campo.
«Sí, aquí los hinchas son muy apasionados. Por ejemplo, a diferencia de lo que pasa en España, en los partidos siempre hay muchas bengalas en las gradas… en el último partido, en el que nos jugábamos el descenso fuera de casa (en Nicea), al saltar al césped, no veíamos la grada, todo era fuego y humo… al principio cuesta acostumbrarse a esos escenarios, son situaciones que imponen respeto, pero lo terminas asumiendo», detalla Rubén Martínez, si bien en su caso particular, la afición del Lamia, deja claro que «se porta muy bien, conmigo y con mi familia, nos han acogido muy bien desde que llegamos».
«De hecho, el trato que recibimos de la gente ha sido una motivación más para seguir en el equipo y en la ciudad», prosigue el menorquín, asimismo «encantado» con el tipo y ritmo de vida que ha encontrado en los orígenes del mundo clásico, más allá de lo estrictamente deportivo.
«El clima es mediterráneo, llevamos una vida tranquila y se come bien, la comida es muy parecida a la de España, aunque sí que echamos en falta alguna cosa», apostilla este menorquín asentado en Grecia, que apura sus últimos días de vacaciones, ahora mismo en la Isla, antes de emprender su partida, en el albor del próximo mes de julio, con motivo del inicio de la pretemporada con el Lamia, donde proseguirá con su particular ciclo heleno.
El apunte
La Unión, siempre en el corazón
El sobresaliente recorrido deportivo que está trazando Rubén Martínez Granja no se entendería sin el esmero con el que trata su cuerpo –«me cuido mucho», precisa– ni sin su paso por la UD Mahón, entidad a la que perteneció ocho temporadas, entre los 4 y los 12 años de edad, y que todavía hoy ocupa un lugar en su corazón.
El club gualdiazul, además, conmemoró el pasado 2022 su primer centenario. «Veo muy bien a la Unión, este año ha estado ahí, luchando por el ascenso, se están haciendo bien las cosas, la junta directiva está haciendo un gran trabajo y cada vez cuentan con más niños en la cantera», anota en ese sentido el futbolista menorquín, que «mantiene» el contacto con la gente del club, y se siente «muy contento» por el crecimiento que ha experimentado el club «en los últimos tiempos». «Hace unos días estuve de visita en San Carlos, fue una gran alegría ver a la gente», prosigue Rubén, que recuerda con especial afecto a Sebastián Fullana y a Octavo Orfila, «que fueron mis entrenadores y son dos tipos magníficos», y con los que, por supuesto, sigue «en contacto».
«Con Sebastián Fullana llevo veinte años hablando; recuerdo que en 2018-19 pegué un bajón anímico, había muerto mi padre, fue un momento duro para mí, y él siempre estuvo ahí, apoyándome, escuchándome, aconsejándome…», explica Rubén Martínez, que por último desea «toda la suerte» a su amigo y compañero de profesión, el también mahonés Pedro Capó, que se encuentra inmerso en la fase de ascenso a Segunda División. Rubén Martínez, ADN unionista en el fútbol heleno.