Se busca antagonista. 'Chico malo'. Ciento y tantos kilos de mala leche y doscientos y pico centímetros de pívot que se eche al Menorca Bàsquet a la espalda cuando la victoria se decida en el juego interior. La importancia del 'center' titular para el equipo de Paco Olmos es tal que las negociaciones se llevan a cabo con pies de plomo, porque toda la cúpula menorquinista, encabezada en este caso por el director deportivo Oriol Humet, sabe que una vez atados los dos bases del equipo –Diego Ciorciari y Miki Servera– el resto se tiene que echar por un '5' que marque la diferencia en el equipo.
Malas experiencias en anteriores episodios de la ACB han costado al Menorca tener que estar agonizando hasta prácticamente el último partido de la temporada y cualquier aficionado al baloncesto sabe que un MVP en la pintura, a expensas de cómo se adapte Jakim Donaldson a la nueva categoría y los escuderos que le acompañen en el '4', debe ser la carta de presentación para un equipo ACB.
En el primer curso en la mejor liga de Europa, el Menorca apostó en su pintura por Bud Eley, un encanto, Jordi Llorens, bravo donde los haya, Chuk Kornegay, ese rebote de oro, y el mejor de todos Chris 'Cristòfol' Moss. El semblante serio que ofrecía Eley antes de cada partido, así como sus 210 centímetros y 118 kilogramos dieron una sensación de seguridad al equipo, aderezada por unas actuaciones correctas hasta que fue cortado por lesión para dar llegada al alemán Robert Maras. Moss, al igual que se espera de Donaldson, supo adaptarse a la ACB a la perfección a pesar de tener un físico teóricamente menor que el de sus rivales.
Una temporada más tarde, Moss se mantuvo en el equipo aunque a su lado desfilaron dos de los jugadores que más inadvertidos han pasado por las filas del Menorca Bàsquet: Sam Clancy, que también hacía gala de una mirada que asustaba, y Jelani McCoy que vino para mejorar a Clancy e hizo lo que pudo (6,4 puntos y 5,4 rebotes por partido). Con todo, la temporada la acabó un espigado pero simpático americano blanco, Paul Shirley, también con pasado NBA y con un extenso currículum de equipos. Mejoró lo aportado hasta el momento y se ganó a pulso la renovación de lo que para entonces era un simple contrato temporal.
Teórico buen juego interior
En la temporada 2007-2008 el Menorca presentó al que, a priori, fue el mejor cartel de pívots en todas sus temporadas en ACB. Chris Moss siguió exhibiéndose lo que hizo que en cada verano le salieran novias por doquier. El de California tiró del carro mientras Paul Shirley menguó su aportación y un imponente Ratko Varda, que solía sorprender desde el perímetro, encadenaba actuaciones demasiado irregulares para la importancia de su papel dentro del equipo.
Con todo, su buen hacer puede que le lleve de nuevo a las filas del Menorca ya que el club parece interesado en ofrecerle un año de contrato en su regreso a la ACB. Sus 31 años y las lesiones importantes que han lastrado su carrera son un importante factor en contra de su contratación.
La nómina de pívots de esa temporada la completaron el joven David Doblas, que tuvo una participación testimonial, así como Jesús Fernández, que venía con la vitola de ser el máximo reboteador nacional de la ACB y uno de los mejores interiores de la Liga, pero que nunca terminó de arrancar.
A pesar de ello, se mantuvo en el equipo para confirmar esa temporada que nunca estuvo a la altura por el motivo que fuera. El club apostó de nuevo por Bud Eley aunque la edad, por entonces 34 años, le lastró y fue cortado en el tramo final de la competición. Markota, Sundov y Weis fueron otros tres gigantes que pasaron por el Menorca Bàsquet con más pena que gloria 'ayudando' a certificar el descenso a LEB, mientras Urko Otegi, en un rol más secundario, era el único que daba la cara.
La historia hasta el momento justifica que el Menorca Bàsquet se tome su tiempo para incorporar a un '5' titular, para evitar tener que recurrir a segundas opciones. Otegi demostró la pasada temporada que ha madurado como jugador y que debe dar un paso adelante. Del mismo modo que Torres y sus 211 centímetros pueden ser un buen revulsivo en la pintura para los momentos complicados. Le avalan casta y juventud.