Prescindiendo del resultado final, está claro que ayer el Menorca de Lluís Vidal se reivindicó como un equipo apto para la categoría en la que se encuentra por más que le persiga un rastro de derrotas implacable. Cierto que se cumplió la lógica en el epílogo del duelo más esperado del año al que respondió la afición en masa pero la sensación del grupo local frente al coloso Barça fue inequívocamente positiva.
El fútbol es así de grande porque ofrece paradojas como la de ayer. El Menorca fue, posiblemente, mejor que el Barça o hizo más méritos para sumar los tres puntos, pero el triunfo voló hacia la ciudad condal. Y los dos jugadores estelares del choque en el lado mahonés, Enric y Lluís Camps, fueron también villanos. El primero lo paró todo hasta que erró en el tanto del empate, y el segundo hizo los dos goles de su equipo pero erró dos rechaces y una gran ocasión que podían haber cambiado el signo del choque.
El partido no había consumido su primer minuto y el Barça ya había perforado la meta menorquinista. Una asistencia magnífica de Samper a Quesada, la culminaba éste con temple frente a Enric. Decenas de aficionados todavía ingresaban en el campo cuando el tanteo ya sonreía al coloso azulgrana, ayer anaranjado con la segunda indumentaria oficial.
Lejos de amedrentarse por el mazazo inicial, el Menorca mantuvo su propuesta a lomos de un exigente desgaste físico. Entre el fútbol 'culé', un calco del primer equipo, y el ordenado pero atrevido planteamiento mahonés, el choque derivó en un obsequio maravilloso para los espectadores. A la magistral dirección de Samper, junto a Quesada y Calvet respondía la mordiente de Lluís Camps y Urbina arriba, bien conectados desde atrás con Rubén Ametller, Izan y Xisco Martínez.
Las ocasiones, entonces, se sucedieron pero lo hicieron, sorprendentemente, en los dos bandos. Enric mostró su inspiración ante Sandro, en una falta directa, y poco después frente a Cristian, por dos veces. El juego masticado del 'Baby Barça', por momentos, trasladaba a la afición a cualquier otro partido del considerado mejor equipo del mundo.
Sin embargo, superado el cuarto de hora, el Menorca se sacudió complejos y advirtió al Barça que no le iba a entregar el partido. Marc Urbina, incisivo pero ineficaz ante Ondoa, tuvo el empate pero el meta de color desvió el balón con el pie, y sobre la media hora, Lluís Camps, cruzó el balón en demasía en otra ocasión clamorosa.
El Barça acusaba las llegadas menorquinistas y perdió compostura en el centro del campo hasta que esta vez sí, Lluís Camps, recogió un rechace de Ondoa a chut de Urbina, para establecer la igualada superada la media hora de juego.
Quesada, de nuevo, pudo poner en ventaja a los suyos, pero de nuevo Enric lo evitó. Y ya sobre el minuto 45, Xisco Martínez rompió a la defensa barcelonista con una diagonal larga que recogió Lluís Camps y volvió a superar a Ondoa con un preciso disparo cruzado.
El tanteo, aunque resulte extraño, era justo al descanso.
Trató el Barça de recomponer la situación de inmediato en la reanudación. Y debió hacerlo, de no ser por 'San' Enric que sacó dos balones imposibles a Sandro, prácrticamente a bocajarro.
El Menorca había iniciado otro partido en el que su afán era interrumpirlo, dormirlo para sabotear el ritmo de su rival. Y no le fue mal porque tras la salida efervescente, el Barça sacó el pie del acelerador. Vinyals cambió de ariete y dio entrada a Sanabria, mientras Samper, desde atrás, cual Xavi, tomaba la manija del choque.
Enric, el hombre del encuentro hasta entonces, sacaba otro trallazo de Quesada y en la otra portería, Lluís Camps no atinaba con un rechace de Ondoa a falta sacada por Urbina.
Pero después de haber parado lo inimaginable, Enric no acertó con un disparo potente pero lejano de Sanabria. Sus manos se doblaron y el balón acabó en la red a los 72 minutos.
El Menorca sostuvo el golpe con más músculo -Vidal hizo debutar a Mnbama- por Izan, y Urbina lanzó una falta al larguero cuyo rechace volvió a errar Camps. En todo caso los mahoneses realizaron un ejercicio de ambición y lejos de atrincherarse buscaron el área rival en busca de un triunfo que pudo ser suyo en una contra, de nuevo, de Lluís Camps, que no supo batir a Ondoa y lanzó fuera.
A renglón seguido, sin embargo, Sandro Ramírez recogió un balón en el área y lo clavó en el fondo de la red. Era el último minuto de una excelente manifestación futbolística en la que el único saldo negativo para Menorca fue la derrota.