La Copa del Rey Panerai, organizada por el Club Marítimo de Mahón y el Real Club Náutico de Barcelona, cerró su undécima edición de manera brillante, con una regata final en la que el Gregal (NE) no sopló nunca por debajo de los 12 nudos. La llegada de la flota en el interior del puerto de Maó, está vez con viento del través, puso el broche de oro a un competición en la que han participado 46 unidades de ocho países y que ha servido para corroborar la importancia de una cita que los armadores de embarcaciones clásicas y de época consideran «ineludible».
En la clase Big Boats, para barcos de más de 25 metros de eslora, el Mariquita (1911) se proclamó campeón a pesar de que su gran rival, el monegasco Moonbeam IV (1914), se adjudicó con autoridad (13 minutos de ventaja en compensado) la última regata. El Mariquita, patroneado por el británico George Newman, es un imponente velero de la Fórmula 19 Metros Internacional (aunque su eslora real es de 33 metros) diseñado por William Fife y botado en 1911. Ganó la Copa del Rey Panerai en 2006 y fue segundo el año pasado, en que fue superado por la goleta Mariette (1915), que este año no ha competido.
En clase Época Cangreja, el londinense Chinook (1916), de Graham Walker, fue, sin duda, el mejor barco de la Copa del Rey Panerai. Sus tres primeros puestos, tanto en real como en compensado, dejan bien claro que no encuentra rival en el circuito. Marigan (1898), que tiene el honor de ser el barco más antiguo de la flota, ganador del Circuito Mare Nosrtrum 2013 y cuya tripulación está formada por familiares del armador y jóvenes valores navegó siempre en la popa del Chinook y tuvo que conformarse con la segunda plaza.
En Época Marconi, el Sirius venció en la última regata y se adjudicó la Copa del Rey Panerai con más holgura de la que cabía esperar tras la segunda jornada, en que un sólo punto separaba este Sparkman and Stephens de 1937, armado por el italiano Paolo Zannoni, del Skylark (1937), segundo, y el Enterprise (1939), tercero.
En Clásicos, la cara de los tripulantes del italiano Bufeo Blanco (1963) era ayer un poema. La descalificación de la primera jornada, en la que compitió con un rating sin actualizar, le privó de una victoria segura en la XI Copa del Rey Panerai. El Namib (1967), armado por su compatriota Pietro Bianchi, supo aprovechar esta circunstancia para proclamarse campeón, seguido del Yanira (1954).
La historia vivida estos días en la clase Espíritu de tradición se ha escrito ya siete veces en la Copa del Rey Panerai. El Calima (1970), de Javier Pujol, que navega con grímpola del Club Marítimo de Mahón sumó un nuevo triunfo, el que hace ocho, y constató su condición de barco casi invencible.