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Com més mar, més vela

Fanáticos 3d y un jaleo de abril

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El misterioso DJ Paquito de Radio Culturàlia (sólo en las ondas del Facebook) me cuenta su decepción con Tim Burton. Sus dudas sobre ir o no a ver "Alicia en el país de las maravillas" -en las pantallas de Maó por tercera semana consecutiva- giran en torno a un falsete 3D. Sí, las nuevas tecnologías también admiten falsetes que, precisamente, no afectan a las cuerdas superiores de la laringe sino a la retina de los más cinéfilos.

Lo llaman dimensionalización. Una fórmula para conseguir el mismo efecto pero editando la película a posteriori. Dado lo cual, propicia actitudes de estilo purista como la de nuestro querido Sr. Paquito.

Entiendo perfectamente al pinchadiscos que seguro guarda en la cabeza la imagen más auténtica de la corte de la Reina de Corazones y de su popular "¡que le corten la cabeza!". Pero muchas cosas en esta vida son hoy un inmaculado fingimiento.

No sé si es el caso del engaño global (aunque a tenor de los últimos acontecimientos mundiales parece más que probable), pero el 3D gana adeptos en la gran pantalla. Palomitas incluidas, mal que nos pese su soniquete crujiente y salado en plena secuencia de suspense...

Mi camino de viernes tarde, a por el primer helado de la temporada, me demuestra la destreza publicitaria por la simulación. Unos cuantos caballos se preparan en la Plaça de la Catedral para el rodaje de un spot que desde hace unos días tiene revolucionada a media Isla. Primeras reacciones: la bebida de cebada se vende como panacea para el turismo menorquín. Dicen que surtió efecto el pasado verano en Formentera. Así que esperemos que se repita el éxito.

Me voy de una atípica estampa que quiere ser una filmina de Sant Joan en pleno mes de abril para escuchar las palabras del gurú moderno por excelencia. En sus excusas para no pensar, habla Punset de la cultura humana como la única donde "no cabe la marcha atrás ni el olvido" y de cómo "el hipocampo de los taxistas de Londres es significativamente mayor que el del promedio de los ciudadanos británicos". Simplemente porque para saberse todo el callejero de la City "hace falta estar tres años ejercitando la memoria". La mía es de pez y no me importa, porque ya lo dijo Valéry, "ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son desde hace veinte años lo que eran desde siempre".

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