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Com més mar, més vela [reloaded]

Los indignados ya no indignan

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Los indignados pierden fuelle, y me sabe mal decirlo. Dicho de otro modo: los indignados ya no indignan. Podríamos pensar que la mayoría se ha esfumado pero a tenor de las sabias palabras de José Luis Sampedro (Barcelona, 1917), si algunos medios de comunicación -no me hagan decir cuántos- falsean la realidad, y condicionan así a la opinión pública, es difícil saber si pervive o no el grueso de osados de Sol y de la Plaça Catalunya.

Acampar para frenar la libertad absoluta de los que quierenaprovecharla para la explotación tiene su mérito. Pero mantenerse a flote en la reivindicación, por cuenta propia y sin tienda de campaña, es ya menester de equilibrista.

"Hemos pasado de una etapa en que el mundo era newtonianoy funcionaba como un reloj, a otra donde reina la incertidumbre". El escritor, humanista y economista traza la clave de un sistema agrietado que ha fracasado. Sampedro prologa el famoso manifiesto de Stéphane Hessel. Lo he leído aunque ya estaba convencida de ello. Pero pienso, como algunos, que el preámbulo de Sampedro abría el apetito de un plato mayor.

Algunos domingos compro libros en el aeropuerto. La última vez, curioseando entre los restos de letras que dejó la temporada, me hice con la lección magistral de Hessel y, sin ir a buscarla, con otra historia sobre otra revolución que, pese a futurista, descansa sobre la misma evocación de la libertad. "Oxford 7", de Pablo Tusset, narra la hazaña de un grupo de universitarios llegados del espacio exterior a una Barcelona apocalíptica.

Año 2089. Ellos también están indignados por los excesosdel poder. Para entonces ya hay chips subcutáneos. Hasta ahí nada nuevo. George Orwell ya lo predijo. Ahora de lo que se trata es de saber quién inventará la vacuna.

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