Dory Sontheimer (Barcelona, 1946) descubrió a la muerte de su madre en 2002 un pasado familiar que ignoraba y por el que supo que la mayor parte de sus antepasados habían sido exterminados en el holocausto nazi. En el altillo de la casa de su madre encontró siete cajas con fotografías, cartas, pasaportes y otros documentos de las dos ramas de su familia judía. Allí había una historia fascinante y a la vez horrible que ella ha querido contar en el libro «Las siete Cajas». Este interesante documento de la historia del siglo XX será presentado esta semana en la Isla por la autora y el director del diario MENORCA, Josep Bagur. El miércoles, a las 20.30 horas en la Biblioteca de la Fundació Rubió y el jueves, a las 20.30 horas en el Cercle Artístic de Ciutadella.
Usted y su hermano habían sido educados como católicos...
- Así es. Yo nací en 1946, me bautizaron y más adelante fui a un colegio católico de monjas alemanas. Mis padres eran alemanes y en casa se hablaba indistintamente el alemán y el castellano. Hice la vida normal de una niña nacida en Barcelona. Entonces mi nombre era Dory Sont y no podía sospechar que mis padres hubieran cambiado nuestro apellido.
En un momento dado le revelaron que era judía, ¿cómo se lo dijeron?
- A los dieciocho años mis padres me comentaron que los orígenes familiares eran judíos. Siendo descendiente de alemanes preferí saber esto que no que me hubieran dicho que eran nazis.
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