Hace años que el arte de Kiku Poch habita en aguas marinas. El artista catalán, ligado a la Isla prácticamente desde su nacimiento, inicia su carrera centrado en el paisaje bañando por la luz mediterránea para después acercarse al mar con obras en las que elementos como norays, anclas, cabos o cascos de barcos oxidado tomaron el protagonismo.
Pero en 2019, tras un safari de buceo, su producción artística da un giro en su carrera, se sumerge en el mar y ahí se ha quedado por el momento. Un universo creativo que ahora presenta bajo el título de «Oceans», una muestra que esta tarde (20 horas) inaugura en la galería Vidrart de Ciutadella y que se podrá visitar hasta el 29 de agosto.
Explica el pintor, no obstante, que su obras son mucho más que los peces que aparecen en ellas. Habla de unos animales que nos miran directamente intentado captar la atención del espectador para pedir ayuda. «Es una llamada desde el mundo del arte para concienciar sobre la necesidad de proteger los océanos», relata. Poch, que también es instructor de buceo, recalca que es «evidente que el plástico nos están comiendo y si acaban con los océanos, eso terminará con nosotros también».
Viajes por el mundo
En «Oceans» conviven diferentes criaturas marinas que ha retratado en sus viajes por el mundo, desde los mares tropicales a ese Mediterráneo que tanto ama.Pero entre las dieciocho obras que forman parte de la exposición también hay un guiño a su pasado, con algún paisaje y un toque de ese óxido que durante tanto tiempo fue su firma. La temática está muy definida, «hago mi versión de lo que es el mundo submarino», y en lo estilístico sigue fiel al óleo, para él «la técnica más noble en pintura, te permite más matices y texturas».
El artista trabaja más en invierno, pero durante el verano también pinta a diario en su estudio de Binibèquer, aunque cuando llega el mediodía se sube en la barca para disfrutar el resto del día del mar. «Doy gracias por poder ganarme la vida con algo que me gusta tanto», reconoce cuando rememora la que probablemente fue una de las mejores decisiones de si vida, la de abandonar su anterior profesión y dedicarse por completo al arte. «El mundo de la publicidad es muy estresante, y el de la pintura muy relajante. Me levanto cada mañana temprano con toda la ilusión del mundo para ponerme a pintar», relata mientras sigue dando vida a su particular mar poblado de colorido arte.