La artista madrileña Lola del Fresno visita Menorca desde que tenía 17 años, pero nunca antes había expuesto en la Isla. Hace tres conoció las instalaciones de la Fábrica Codina y le recordó, salvado las dimensiones, al enorme hangar en la ciudad de Los Ángeles donde comparte estudio con otra treintena de creadores. Sintió la llamada de mostrar su obra en la antigua factoría mahonesa y sus deseos se han cumplido este verano: allí exhibe actualmente las obras de una colección que ha bautizado como «Pursuing Peace».
Un título de ecos pacifistas que Del Fresno rescata del término utilizado por Donald Trump para las conversaciones con Putin. Como muchos de sus contemporáneos, la madrileña utiliza su arte para reflejar el mundo en el que vivimos y los retos a los que nos enfrentamos. «La idea es reflejar el momento global, con sus guerras, la injusticia social», explica la creadora, quien recuerda que dentro de la muestra habita la imagen de un niño llorando, desconsolado, frente a una pared que se desmorona. Una manera muy gráfica de representar el presente.
La obra de Del Fresno se ajusta como un guante al espacio de la Fábrica Codina, especialmente por el permiso obtenido para crear directamente sobre las paredes del espacio. «Mi trabajo tiene muchas capas», señala a la hora de describir su proceso creativo. Trabaja con papel traslúcido y utiliza imágenes superpuestas que extrapola a la pared. «Creo una arquitectura dentro de un espacio arquitectónico», resume sobre una actividad que cuenta con la peculiaridad de representar a tamaño natural los elementos de sus obras. «Ello permite al espectador introducirse dentro de la narrativa», apunta sobre la propuesta inmersiva que acompaña a «Pursuing Peace».
Del Fresno propicia una cercanía con las obras para aproximar al espectador al tema que está tratando. Habla de temas sociológicos, raciales, ecológicos, «la naturaleza está muy presente en mi obra», el calentamiento global, «de cómo se está desmantelando todo hoy en día», de la política actual. Frente a las capas estéticas, no son menos las temáticas. «Hay muchos temas dentro de una obra», insiste, «que es como un juego de niños, todo parece muy inocente, pero detrás de eso utilizo imágenes para crear sensación de memoria, de tiempo e incorporar temas sociológicos».
La ausencia de colores llamativos también tiene una explicación. «Mi obra es muy en blanco y negro porque elimino lo que es la emoción, quiero ir más al contenido. Los colores que utilizo representan un poco más el dramatismo». Todo ello, combinado con los planteamientos anteriormente citados, obtiene como resultado un estilo que ella misma define como «un realismo conceptual» combinado con algún elemento «abstracto».
La artista reside de forma habitual en Los Ángeles, pero su intención «es empezar a dar pasitos de vuelta a España» vista la situación que actualmente se está viviendo en Estados Unidos. «Me resulta bastante incómodo todo lo que está sucediendo, sobre todo en California... Hay una decadencia notable». Confiesa que ha llegado a un punto «en el que me apetece muchísimo reconectar con el mundo artístico de aquí» y reconoce que Menorca, donde tiene casa, «siempre ha sido mi sitio favorito en el mundo», un lugar en el que se está produciendo «un renacimiento cultural brutal».
«Pursuing Peace». En Fábrica Codina, en formato de estudio abierto, hasta el 10 de septiembre.
Está ese espacio licitado para estas actividades? Hace poco amenazaba ruina.