La edición número 28 de la Fira Mediterrània de Manresa, que se ha celebrado este fin de semana, contó en su jornada inaugural con protagonismo menorquín. La artista Anna Ferrer salió allí a escena, en el marco del reconocido evento cultural, todo un referente en los contenidos de arte de raíz, para estrenar su último espectáculo, «PA», en el que reflexiona sobre el concepto del legado como una manera de mirar al futuro.
La menorquina proviene de una estirpe de cuatro generaciones de panaderos, es decir, es hija, nieta, bisnieta y tataranieta de profesionales de ese sector. Ferrer, que creció entre sacos de harina y azúcar y cartones de huevos, rememoran desde la Fira, en su día decidió no continuar con la tradición familiar para dedicarse al arte, «consiguiendo con el canto y la música lo que su familia ha hecho con el pan durante décadas».
«PA» es una propuesta musical, y también performativa, «que surge de la necesidad de ritualizar ese traspaso de oficio», explican los organizadores del festival. Un proyecto que toma forma «conciliando el respeto y la tradición para enfocarse hacia el presente con una nueva mirada». Sobre el escenario, una tarima centraliza el espectáculo, donde el personaje principal es Toni Ferrer, el padre de Anna, «con la voluntad y el simbolismo de horizontalizar arte y artesanía sobre el escenario».
En cuanto a la parte sonora y el canto, «PA» se construye a partir de un repertorio de tres ramas: la oralidad, la investigación y la creación. Por un lado, Ferrer ha ahondado todo el imaginario popular sobre el universo del pan recogido en Menorca. Por otro, ha realizado una búsqueda del repertorio musical de todo el mundo vinculado con el proceso de hacer pan. Y finalmente, ha creado un repertorio propio para poder completar el mensaje que quería transmitir.