El 41 por ciento de la población balear (el 43 en Menorca y el 38 en Eivissa) confiesa un nivel alto de confianza en la mayoría parlamentaria surgida de las urnas y el futuro gobierno de progreso. Pero la suma de los que tienen poca o ninguna confianza supera la mitad, el 54 por ciento (52 en Menorca, 56 en Eivissa). Mallorca ofrece la versión más optimista, el 44 por ciento tiene mucha confianza en la mayoría progresista.
El dato mallorquín es un factor claro del vuelco sociológico y político registrado en una comunidad en la que por primera vez el PP no ha sido la fuerza más votada en beneficio del PSOE. Esa circunstancia ha permitido además que se rompa la alternancia de la vida política balear de los últimos 24 años, lo que supone consolidar una mayoría progresista.
La caída de la representación parlamentaria del PP es considerada relativamente positiva en la encuesta de Gadeso, mientras que valora relativamente positiva la mejora pero irrelevante subida de Ciudadanos y considera muy negativa la «presencia de Vox en las instituciones de las Islas», apunta la explicación del trabajo sociológico.
La identificación de los principales retos que ha de abordar la renovada mayoría parlamentaria no genera dudas. Se trata del reconocimiento efectivo de la insularidad (REB), que es el reto que aglutina a las fuerzas políticas, económicas, sociales y ciudadanas de las Islas, la mejora de la financiación autonómica, un modelo económico «sostenido y sostenible» y mantener la estabilidad del Govern.
Esa claridad contrasta con la confianza real en que se avance en la mejora, que se queda en el 47 por ciento en los dos primeros casos y alcanza o supera el 50 por ciento en los dos segundos.
También choca la clara identificación del principal problema ciudadano, el acceso a la vivienda, mientras que solo el 38 por ciento de los encuestados cree que el Govern tendrá capacidad para revertir la situación. Similar porcentaje (39 por ciento) confía en que los nuevos gobernantes mejoren la estabilidad y la calidad del trabajo.