El municipio de Alaior puso ayer noche punto y final a las celebraciones del Carnaval, y lo hizo como manda la costumbre, con el entierro de Bernat Figuerola. Así, a la hora esperada, el cortejo fúnebre se reunió en las Casas Consistoriales para velar su cuerpo, el de un personaje de vida licenciosa, cuyos orígenes se remontan aproximadamente a los años 30 y que representa la figura de un zapatero.
Los vecinos de Alaior ofrecieron a Figuerola una solemne despedida en un acto que logró congregar a numeroso público a lo largo del recorrido que realizó el séquito fúnebre, desde el Ayuntamiento hasta Sa Plaça. Al terminar el itinerario, la capilla ardiente quedó instalada en el centro de la plaza, donde se procedió a realizar la ceremonia, de cuerpo presente, que dio paso a la lectura de las últimas voluntades del difunto.
Testamento
Así, el notario, Pepe Ma Estirada, y el albacea, Toni Cap Redó, leyeron un testamento en el que la figura de Figuerola se reveló como un hombre generoso con su pueblo, demostrando, eso sí, haber estado muy atento a la actualidad del municipio, de la Isla y de la Comunidad Autónoma. De esta forma, uno de sus primeros legados fue a parar al fomento del turismo, para lo que decidió obsequiar al Ayuntamiento con una bomba para inflar el nuevo parque acuático de Son Bou. Cabe señalar que la primera edil del Ayuntamiento, Misericordia Sugrañes, figuró entre quienes mejor salieron paradas en el reparto, ya que además de una bicicleta para inaugurar el Camí de Cala en Porter, heredó también un playmóbil «para que cuando vaya al Consell no juegue tanto con el móvil».