De pronto el cielo se nubló y todo quedó a oscuras. No veía nada en absoluto. El bastón blanco se convirtió en mis ojos. Debía mantenerlo enfrente de mí, moviéndolo de izquierda a derecha de tal forma que mi cuerpo quedara protegido dentro de su radio de acción. Por el camino, me topé con señales de tráfico, tuve que pasar por debajo de un andamio, tropecé con una bolsa de basura, y casi me caigo al chocar contra un carro de obra colocado en medio de la acera.
Al rato las piernas me fallaron y me quedé atrapada en una silla de ruedas. Desde entonces el camino dejó de ser plano y recto; pasó a tener subidas y bajadas, y a doblarse en una esquina tras otra. Sin saber lo que me encontraría después. Tuve que aprende a girar, a frenar con mis brazos, y a inclinar mi torso para coger velocidad.
Ya no leía libros, sino que tocaba libros; escuchaba comida; descubría nuevos sentidos; saltaba la comba siguiendo el ritmo y no viéndola venir; no compraba zapatos porque fueran bonitos, sino porque me los probaba y los notaba en mis pies, los olía y los volvía a tocar.
Por suerte, me saqué el antifaz y recuperé la vista. Me levanté de la silla, y volví a caminar. Pero hay quien no tiene tanta fortuna, y convive toda su vida con una discapacidad. Hay quien necesita un perro lazarillo para ir cada día a vender cupones. En Menorca, concretamente, son 120 los afiliados a la ONCE. Son 120 personas que necesitan nuestro apoyo para seguir adelante.
Talleres en Ses Moreres
Durante el día de ayer, en la calle de Ses Moreres de Maó se instaló una serie de talleres abiertos al público de todas las edades para dar a conocer los distintos servicios sociales que ofrece ONCE a la personas ciegas o con deficiencias visuales. Se realizó también un homenaje a los trabajadores que se jubilaron el año pasado y a los que cumplen 25 o 35 años en la entidad.
La jornada de ayer, sin embargo, estuvo inscrita en una semana en la que la organización ha iniciado otras campañas para dar concienciar a la población de sus limitaciones. En concreto, se impulsó una campaña entre restauradores para que faciliten la entrada de los perros lazarillo en los restaurantes y la campaña "Comprar tocando", a la que se han sumado aquellos comercios que permiten que los usuarios experimenten lo que es comprar, usando un antifaz y utilizando otros sentidos que no sean la vista para ello.