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Soy sólo Clemente para mis alumnos de Judo, un deporte que practico desde que tenía ocho años. Nací y vivo en Maó. Estoy divorciado, tengo dos hijos, Ignasi y Paula, y mi pareja actual es Pili. Trabajo como bombero en el Parque de Maó. Además de las artes marciales me gustan el senderismo, la natación, el cine y el teatro. Sin mis compañeros, Juan, Sefo, Carlos y Paco, no sería posible todo esto.
Es bombero profesional, pero como coordinador de la Escola Menorquina de Judo, su pasión está sobre un 'tatami'. ¿Cómo se inició en este deporte?
Comencé cuando tenía sólo ocho años, primero en el centro social que había en el Carrer Nou, luego en el Sport Club del Carrer des Forn, y después en el Bushidokan de San Esteban. Siempre me sentí atraído por todo lo oriental y la verdad es que nunca he dejado de practicar judo, con las limitaciones que tiene Menorca para la formación y la tecnificación. Porque aquí cualquier desplazamiento para un curso o una competición cuesta más dinero, partes de 100 euros seguro.
Y ha llegado a cinturón negro cuarto dan y a maestro nacional de judo. ¿Cuesta muchos años de entrenamiento llegar a ese color tan deseado por los principiantes?
Depende de cada alumno, en siete años puede salir un cinturón negro bien formado, pero también pueden ser nueve o diez años. Mucha gente cree que llegas a cinturón negro y ahí se acaba, pero no, entonces es cuando empiezas de verdad a hacer judo. Como todo, al principio empiezas porque te gusta, y luego encuentras el significado a las cosas.
¿Y cuál es ese significado que intenta transmitir a sus alumnos, además de las técnicas de lucha?
Primero debo decir que yo tiro del carro, soy el coordinador de la escuela, pero sin mis compañeros Juan, Sefo, Carlos y Paco no sería posible todo esto. Ellos son monitores y cinturones negros y, al igual que yo, no viven del judo, sino que le entregan muchas horas. Lo que intentamos es formar a los chicos, darles una alternativa a los deportes mayoritarios, e inculcarles que las cosas no se consiguen porque sí, sino con sacrificio, esfuerzo y trabajo.
¿Y ellos qué les dan a cambio?
Es una gran satisfacción, compensa mucho formar a los niños. Cuando empezamos teníamos grupos en más colegios, pero ahora, por cuestión de tiempo y de distribución del personal, estamos en Cormar y La Salle de Maó. Salimos a competir, en Alicante logramos que dos alumnos quedaran séptimos, no es fácil, hay mucho nivel cuando sales. Este mes iremos a Burgos y en febrero a Madrid. Yo les digo que es posible conjugar estudios y deporte. Queremos potenciar las categorías infantil y cadete, y que vayan saliendo cinturones negros.
El judo se define en japonés como camino de la flexibilidad. ¿Cómo resumiría usted su filosofía?
Como lo hizo su fundador, el maestro Jigoro Kano, que unió distintas técnicas e introdujo este deporte en el sistema educativo nipón. El judo es progreso y ayuda mutua, enseñar a los demás a que mejoren y aprendan.