Las máquinas se afanaban en transportar y aplanar la gran cantidad de arena depositada en diferentes puntos del centro de Maó. Todo tenía que estar listo para el 'replec' y el inicio de la 'qualcada' a primera hora de la tarde.
Y el ambiente no podía recordar más que la ciudad está en fiestas, algo que, incluso, se convertía en tema de conversación en algunos corrillos callejeros. "Qué bien, hoy cerramos al mediodía y no hay que trabajar hasta el viernes", decía uno. "Ahora toca disfrutar aunque yo hace días que estoy viviendo las fiestas", contestaba otra.
El caso es que, a eso de las 10 horas, numerosos concejales se encontraban en las escaleras del Ayuntamiento con el fin de ver a los caixers y la salida para repartir el 'aigua-ros'.
Concretamente, quince parejas de caixers se hallaban en el Salón de Plenos del Consistorio para decidir qué barrios recorrería cada una. Aunque a las 9 horas ya habían visitado el Hospital Mateu Orfila, todavía tenían que acercarse hasta el Centro de Personas Mayores y el Geriátrico.
Mientras los caixers decidían su itinerario, numerosos turistas se hacían fotografías con los gigantes del interior del edificio y preguntaban qué era aquel líquido que los caballeros llevaba en los recipientes. " Lleva agua, colonia y albahaca", decía un concejal, quien añadía "¡y bien fresquito que resulta!". "Vaya, pues yo quiero que me echen un poco en la cabeza. Me voy a esperar a ver si me ponen", decía el turista.
Sin duda, el Ayuntamiento era un ir y venir de personas. Los operarios llegaban cargados de cañas verdes mientras que las secretarias facilitaban todo tipo de información a ciudadanos y visitantes.
Finalmente, los caixers salieron decididos, "morratxes" en mano, para repartir el agua-ros entre los mahoneses, mientras que muchos esperaban la hora de cerrar y otros terminaban de realizar sus compras.