En la vida, hay visitas que uno preferiría no tener que recibir. En algunos casos, uno puede permitirse el lujo de ser selectivo y evitar esas visitas inoportunas, pero en otra ocasiones hay quien no pide permiso para presentarse en el momento más inesperado.
Ayer, las playas de Menorca recibieron una de estas visitas, y la arena de varias calas se cubrió del manto azulado de la velella. Este animalito marino, técnicamente un hidrozoo, ha recalado en la Isla después de que la vela que tiene en su parte superior haya sido guiada hasta las playas menorquinas, donde han muerto.
La presencia de este animal no supondría más efecto que el puramente visual si no fuera porque su presencia provoca un olor altamente molesto, como ya se ha comprobado en otros años. Por eso, desde el departamento de Cooperación Local del Consell ya se ha puesto en marcha un dispositivo para retirar la velella con la máxima celeridad posible.
La directora insular de Cooperación Local, Assumpta Vinent, explica que "la prioridad actual de las brigadas de limpieza de las playas es la retirada de esta velella, puesto que provoca un olor muy desagradable".
Vinent explica que este invierno había sido especialmente bueno para las playas, "puesto que han recuperado una gran cantidad de arena". En este sentido, la intención del Consell es, mientras los elementos naturales lo permitan, que este elemento positivo no se vea empañado por la presencia de velella y su olor.
En anteriores veranos, la velella llegó a las playas en masa, y se tuvieron que organizar tareas para eliminarla. La pasada temporada turística, no obstante, no se vio afectada por la presencia de este curioso hidrozoo, que se desplaza en masa, orientando su vela en un ángulo de 40 grados en relación a la dirección del viento, y de esta manera navega por los mares a expensas de las corrientes y de la dirección del viento.