La evolución de la marcha humana todavía no ha finalizado o, dicho de otro modo, aún estamos aprendiendo a caminar. Esta es una de las conclusiones que revela el estudio de las alrededor de 300 piezas óseas encontradas en la década de los 90 en los yacimientos talayóticos de la Cova Gran de Mongofre Nou y de la Torre d'en Gaumés.
Los restos han servido como base al expresidente de la Sociedad Internacional de Medicina y Cirugía del Pie y cirujano ortopédico de la Clínica Tres Torres de Barcelona, Ramón Viladot Perice; al cirujano ortopédico del Hospital Mateu Orfila de Maó, Antoni Cañellas Trobat, y a su hijo, Antoni Cañellas Ruesga, podólogo y fisioterapeuta, para llevar a cabo un artículo sobre paleopatología que ha sido incluido en un libro coordinado por los prestigiosos científicos franceses Louis-Samuel y Pierre Barouk y que, al ser traducido en diversos idiomas, tendrá una difusión internacional.
En concreto, los tres expertos han analizado durante los últimos tres años 293 huesos del talón, así como fémures y tibias pertenecientes a individuos que habitaron la Isla durante la Edad de Bronce, entre el 1.100 y el 800 a.C. El resultado de las investigaciones resultó del todo inesperado al descubrir el predominio de espolones (científicamente conocidos como exóstosis) en la parte posterior del talón, precisamente donde se inserta el tendón de Aquiles que une el gemelo y el músculo sóleo al hueso del talón, así como prominencias similares detrás de la tibia y también en la parte posterior de la rodilla.
EXPLICACIÓN
Este tipo de lesiones se deben, tal y como explica Viladot, al hecho de que nuestros antepasados de la Edad de Bronce, a pesar de caminar ya erguidos, presentaban un gemelo demasiado corto, lo que daba lugar a una tirantez que acabó motivando los espolones que presentaban el 84 por ciento de las piezas óseas estudiadas por este experto catalán -que veranea desde hace más de 30 años en Menorca- junto con Antoni Cañellas y su hijo.
Concretamente, el 14 por ciento de los huesos del talón examinados mostraban un espolón de hasta 4 milímetros, mientras que el 54 por ciento medían entre 4 y 8 milímetros. Por su parte, el 32 por ciento de los restos presentaban una exóstosis superior a los 8 milímetros, según recoge el artículo redactado por los tres especialistas.
En esta línea, Viladot señala que, todavía en la actualidad, los humanos no cuentan con gemelos lo suficientemente largos, de modo que muchas de las patologías diagnosticadas, tales como juanetes o pies planos, tienen parte de su origen en esta lesión, que ya a día de hoy puede intervenirse quirúrgicamente.
"Un estudio llevado acabo sobre 1.500 personas determinó que el 40 por ciento de ellas no podían doblar el pie hacia arriba más de 90 grados con la pierna totalmente estirada", explica el cirujano catalán, quien remarca que, en estos casos, el gemelo es más corto de lo habitual y, por tanto, el individuo no puede apoyar adecuadamente la planta del pie en el suelo, lo que da lugar a diversas patologías. "De cada diez pacientes que tienen problemas de apoyo del pie, al menos dos o tres tiene los gemelos cortos", sentencia.
A raíz de este estudio, el único escrito hasta el momento en relación a estas lesiones, los expertos han determinado que la evolución de la forma de caminar de los humanos continúa en marcha y apuntan que el tendón de Aquiles se irá alargando progresivamente de manera que, con el tiempo, nuestros descendientes sufrirán menos patologías en los pies.