La presidenta del Ateneu de Maó, Margarita Orfila, manifestó ayer su optimismo y su firme compromiso por mantener viva y activa la entidad a pesar de las dificultades económicas actuales. Un compromiso que el Ateneu asume "por una razón muy clara, los socios, puesto que sin ellos la entidad no existiría y ellos no permitirán que deje de existir".
Con estas palabras dejaba entrever ayer, en el acto inaugural del curso académico de la entidad, la difícil situación por la que atraviesa la institución y aunque aseguró que no quería hablar de crisis, "sí que es una realidad que el nuevo horario que se ha puesto en marcha es en parte consecuencia de ello". No obstante, Orfila resaltaba que "esta época de vacas flacas no ha repercutido en la programación de la entidad".
Recordó la "preocupación" del anterior presidente José Antonio Fayas por el futuro de la institución, "haciendo cuentas" y "dando la voz de alarma de hacia donde podía avanzar a nivel económico" pero cosechando éxitos, "que se aprecian en el número de asistentes a los actos que se organizan y al número de socios, que ronda los 600".
Margarita Orfila también manifestó su "ilusión" ante este nuevo reto al frente de la institución. Y tildó de "atrevimiento" el hecho de asumir la presidencia aun teniendo su puesto de trabajo "a 746 kilómetros de distancia en línea recta del Ateneu o, lo que es lo mismo, a dos aviones".
La nueva responsable de la entidad quiso recordar las palabras del doctor Enrique Alaber, encargado de pronunciar la primera conferencia de presentación de la institución, quien indicó que el Ateneu juega el papel de "la expansión de las ideas, la libre crítica y la tolerancia", entre otras, "unos principios totalmente vigentes hoy y que espero que siga muchas décadas más", espetó Orfila.
El acto de ayer sirvió para hacer el traspaso de poderes y además, contó con la conferencia del doctor en Filosofía Camilo José Cela Conde, quien disertó sobre la relación entre la creación artística y el cerebro humano.