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El sueño se convierte en realidad

Sus Majestades fueron los indiscutibles protagonistas de la jornada de ayer

Maó. Los Reyes Magos atracaron en el puerto de Máo a bordo de un yate y, posteriormente, recorrieron las calles más céntricas del municipio sobre sus carrozas - Javier

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Los Reyes Magos fueron ayer los indiscutibles protagonistas de la jornada. Las vistosas cabalgatas recorrieron las calles más céntricas de todos los municipios de la Isla, con excepción de Sant Lluís, donde Sus Majestades llegarán a primera hora de esta mañana. La expectación era máxima entre los más pequeños desde Ponent a Llevant.
¡Ya vienen, ya vienen!

A bordo del yate "Subaida", los Reyes Magos de Oriente amarraron ayer en el puerto de Maó a las 19.20 horas, con algo de retraso respecto al horario previsto. Sus Majestades fueron recibidos en la rada por la alcaldesa, Águeda Reynés, y la concejala de Cultura y Fiestas, Elisa Mus, mientras los más pequeños esperaban ansiosos su momento de saludar a los Reyes tras las vallas de seguridad. "¡Ya vienen, ya vienen!", gritaba una niña tras observar un barco iluminado acercándose a la zona de Autoridad Portuaria.
La excitación se propagó con rapidez. "¡Mami, el rey me está saludando!", aseguraba fascinado un niño a hombros de su padre.

Melchor, Gaspar y Baltasar pisaron suelo mahonés dispuestos a hacer realidad los sueños de los más pequeños aunque, tal y como matizaron durante su tradicional discurso desde el balcón del Ayuntamiento, este año no será tan fácil cumplir todos los deseos de los niños debido a las dificultades económicas.

La cabalgata, precedida por dos policías locales de Maó ataviados con los trajes de gala (que curiosamente fueron cedidos a los agentes por la Policía Local de Ciutadella), estaba encabezada por una carroza repleta de duendecillos, el cartero real y un camión de la empresa de mensajería DHL cargado de regalos.

El carruaje del rey Melchor, la carroza de moda de Tadeo Jones y los pitufos de la Agrupación Escolta Tramontana, formaban parte también del vistoso desfile, especialmente animado en su tramo final gracias a las bailarinas del Estudi de Dansa Alba, disfrazadas de piratas. Tampoco faltaron los pastorcillos, la carroza del ajedrez de Sa Graduada, el carbón y el roscón elaborado por el Forn Lluís Pons, que posteriormente pudieron degustar los presentes en la Plaça Constitució.

El Rey Gaspar y el monarca Baltasar, este año con aspecto muy rejuvenecido, repartían también caramelos con fervor entre los más pequeños, que se agolpaban a lo largo de la Costa de Ses Voltes.

Del mismo modo, tres trenes turísticos completaban la comitiva y, aunque los dos destinados al público en general no iban especialmente llenos, el que portaba a los miembros de la Coral del Casal de Gent Gran i Rondalla de Vasallo dio una gran vida a la cabalgata, a cuyo fin circulaba el camión de los Bomberos del Aeropuerto.

Mientras tanto, gran número de niños esperaban pacientemente frente al Ayuntamiento la llegada de Sus Majestades, mientras una "speaker" amenizaba la velada. Sus Majestades se asomaron al balcón del consistorio pasadas las 21 horas.

La alcaldesa entregó a los Magos las llaves que abren las puertas de todas las casas del municipio y, desde su atalaya, los de Oriente instaron a los más pequeños a esforzarse en los estudios, a ser buenos amigos y a portarse bien con sus padres y abuelos.

"Si hacéis estas tres cosas durante todo el año os traeremos todos los regalos que queráis", les dijo Gaspar. Baltasar, uno de los más aclamados, fue el más escueto en palabras. Se limitó a recordar que en su viaje alrededor del mundo visitan a niños pobres que no disponen de tantas pertenencias como los niños menorquines.

"Ningún regalo es más bonito como el de ser buenas personas", concluyó Baltasar. Este mensaje por la igualdad puso fin a los parlamentos de los Reyes, a quienes les esperaba una larga noche de trabajo por delante.

En Ciutadella la comitiva real se inició en el Camí de Maó y, como en años anteriores, la cabalgata discurrió por Sa Contramurada hasta la Plaça del Born.

Sus Majestades realizaron la visita de rigor al Ayuntamiento y, desde el balcón, y ofrecieron también su tradicional discurso ante un masivo público. Una vez disuelto el desfile, los Reyes montaron en un carruaje tirado por caballos para realizar su tradicional visita a la Catedral de Menorca y el monasterio de Santa Clara.

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