Batman, Lobezno, Catwoman y Hawkeye, entre otros superhéroes de los universos de Marvel y DC Comics, invaden Mahón durante las semanas de fiestas patronales del municipio. No se trata del punto de partida de un nuevo blockbuster cinematográfico, ni del nuevo reclamo publicitario de los comerciantes de la Isla. Hablamos de la exposición "Herois. Els autors de les Illes Balears al mainstream americà", que el Claustro del Carmen acoge desde el pasado lunes 26 y hasta el 6 de septiembre, dedicada, como su propio nombre indica, al trabajo de tres ilustradores mallorquines en el mercado de las grandes editoriales norteamericanas.
Se trata de una exposición itinerante que recala ahora en la isla tras haber pasado por Eivissa, Formentera, y el prestigioso Salón del Cómic de Barcelona, que une los trabajos de los dibujantes mallorquines Paco Díaz, Guillem March i Tomeu Morey en una sola colección de cerca de 30 piezas. Díaz, el más veterano de los tres, recuerda sus inicios como estudiante de Bellas Artes en Barcelona: "Mi temprana pasión por el cómic siempre fue vocacional. En Barcelona tuve la oportunidad de publicar mis primeras tiras para la revista "Totem". Después de una crisis que acabó con esta y otras publicaciones similares, empecé a dibujar para Marvel UK y más tarde para Marvel Italia. Desde ahí di el salto al mercado estadounidense, y exceptuando una pequeña temporada durante la cual dibujé para el mercado escandinavo, esta ha sido mi principal fuente de trabajo".
Díaz reconoce que su estilo a la hora de dibujar es fruto de un largo proceso, como sucede en todas las disciplinas artísticas. "Tanto yo como Guillem y Tomeu tomamos nuestras influencias de una gran variedad de fuentes, desde el cómic clásico de superhéroes hasta los grandes autores franco-belgas. También hay que tener en cuenta que el hecho de habernos criado en las Islas nos ha dado una sensibilidad particular, mediterránea".
Pero lejos de lo que algunos puedan pensar, la libertad creativa en el mundo de cómic está más limitada de lo que parece: "Recuerdo que cuando dibujaba para el Reino Unido me decían que copiara el estilo de este o aquel dibujante, que en ese momento estaba de moda en Estados Unidos. En mi trabajo actual también hay una tradición que respetar. El proceso de creación de un cómic se parece mucho al funcionamiento de una cadena de montaje".
Es un hecho que la industria del cómic es eso: una industria. Luchar contra las grandes corrientes -y todo el dinero que traen- en pos del éxito individual es algo "solo al alcance de grandes firmas", como sucede en el resto del cosmos artístico. Trabajar de este modo, por otra parte, "nos permite ganarnos la vida haciendo lo que más nos gusta".
Pero si hay algo que destacar del panorama del cómic actual, es la intertextualidad. Cada vez es más común ver películas o videojuegos convertidos en cómics -y viceversa-, guionistas venidos del mundo de las series de televisión escribiendo historias para las viñetas, y demás. La globalización -expresión cómoda aunque muy erosionada - parece haber afectado, así mismo, a este mercado. "Las grandes influencias norteamericanas, europeas y orientales suelen ser recíprocas, con la excepción del estilo japonés. Los mangas se han vendido muy bien fuera de sus fronteras, en cambio los cómics occidentales suelen fracasar en oriente".