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Florida reconoce a los menorquines como fundadores de la cultura del vino

Martin Cerdá, importador de vinos de origen mallorquín, recupera en el Miami Hispanic Cultural Arts Center la huella en los viñedos americanos de los emigrantes de la Isla del siglo XVIII

Monumento en El Toro a los emigrantes - Monumento en El Toro a los emigrantes

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Existe un episodio histórico poco conocido pero de gran trascendencia cultural y económica para explicar el desarrollo de la cultura vinícola en los Estados Unidos. El desarrollo de los viñedos en el estado de Florida no sería el mismo sin la aportación de los menorquines que en el siglo XVIII emigraron a estas tierras americanas. Ha sido Martin Cerdá, un importador estadounidense de vinos, de origen mallorquín, y estudioso de este periodo histórico, quien ha recuperado la memoria de estos menorquines.


Expedición en 1768

Según informa EFE, los conocimientos de Cerdá sobre este periodo de la historia americana se han divulgado a través de una conferencia, impartida el pasado día 30 en el Miami Hispanic Cultural Arts Center, bajo el título «El legado menorquín y su influencia en la cultura del vino en Florida».

Todo arrancó en 1768, cuando un grupo de emigrantes baleares se estableció en el asentamiento inglés de New Smyrna. El Padre Pere Camps, nacido en 1720 en Es Mercadal, encabezaba la expedición de menorquines hacia Florida. Según ha declarado Cerdá a EFE, los emigrantes llevaron consigo cepas autóctonas y peninsulares. Este episodio poco conocido de la historia, según el autor de origen mallorquín, «resultó clave para entender el posterior desarrollo de la cultura vinícola en Florida y la profunda huella dejada por los menorquines en este estado y en ciudades como San Agustín», según ha recogido el periodista Emilio J. López. Añade que «los primeros esfuerzos para elaborar vino a gran escala en Estados Unidos se produjeron en la colonia de New Smyrna». Según señala, las enfermedades y penurias diezmaron al grupo y solo sobrevivieron 600 colonos, la mayoría menorquines, que luego se establecieron en San Agustín, dónde mantuvieron el cultivo de viñedos. Hoy existen 30.000 estadounidenses descendientes de estos menorquines «que atesoran la riqueza cultural de su origen isleño».

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