¿Cuándo llegó a Menorca?
-En febrero de 1987, gracias a Llorenç Huguet, el actual rector de la Universidad de las Illes Balears. Tirso Pons, que en aquel momento era el presidente del Consell insular, le propuso que organizase un servicio de información local, y él, al aceptar el encargo, pensó en mí. Lo hablamos, junto con Manel Camps, y la idea nos pareció perfecta... Aquí está el «embrión» de SILME y por ello siempre digo que estoy aquí, en Menorca, gracias a Llorenç Huguet y a Tirso Pons.
Y se lanzó sin más...
-La oferta era muy tentadora, tanto para Manel como para mí; a pesar de que yo era funcionario de la Diputación de Barcelona y mi mujer, que era enfermera, trabajaba en el «Hospital Climic», en el laboratorio, lo dejamos todo para encarar el reto... El resto ya lo conoces, fuimos haciendo camino y aunque me siento barcelonés de nacimiento, también me considero menorquín de adopción.
SILME, aquel sueño de Tirso Pons, diseñado por Llorenç Huguet, es hoy un ente consolidado. ¿Están todos los que son?
-Sí, los ocho ayuntamientos menorquines y el Consell insular. Y lo están por una razón muy simple, la mayoría de ayuntamientos de la Isla, digo mayoría por no decir todos, no podrían tener por sí solos los servicios que SILME les presta y con el nivel que tienen. Puede que el Consell y los ayuntamientos de Ciutadella y Maó pudiesen aspirar a ello, pero también el factor económico ha de tenerse en cuenta; es aquello de que la unión hace la fuerza.
Hoy todo este mundo, que sobrepasa mis conocimientos informáticos y demás, ¿requiere una gran atención y «una base amplia»?
-Máxima atención; las redes sociales y otros muchos añadidos requieren unas instalaciones adecuadas; además son pocas las empresas privadas que se dediquen a la Administración, y somos nosotros quienes cubrimos este hueco.
¿Cómo funcionan?
-Cada empleado se ha especializado en un tema, los conocen todos pero especialmente el que trabajan. Sin ser una empresa con una plantilla muy amplia, veintiuna personas, nuestro «secreto» está en el tiempo, manteniendo siempre un paso adecuado: ni ser los primeros en aceptar las innovaciones que se van produciendo, pero tampoco ser los últimos... Estar al día en el tiempo más conveniente.
Entiendo que vuestra «filosofía» consiste en aunar esfuerzos y estar en permanente vigilancia para captar las novedades que se van produciendo.
-Sí, una forma de trabajar que cada vez adquiere mayor consistencia, porque compensa más trabajar en equipo que en solitario.
Su faceta de presidente del Alcázar es muy conocida e incluso valorada, pero ¿cómo llegó al club «rojillo»?
-La «culpa» es de Santiago Udaeta. Ambos mantuvimos muchas conversaciones sobre lo que se venía haciendo en el club y me interesé por todo ello. Empecé jugando partidos informales, de la alpargata, hasta pasar a entrenar a diversos equipos de distintas categorías... En aquel momento Miguel Ramis era el presidente y fue sustituido por Braulio Vidal, mi antecesor en el cargo, de ello hace 12 años, que posiblemente se ampliarán cuatro más.
Sorprende que un «extranjero», dicho con el mayor aprecio, haya asimilado y comprendido la filosofía del «Pater». ¿Cuál fue el camino?
-La filosofía del Alcázar, amistad, compañerismo, respeto y deportividad son valores que yo ya conocía y que encajaban en mi forma de ser. En el Tibidabo, donde residía, concretamente en la parroquia del Sagrat Cor, teníamos algo muy parecido a lo de aquí, aunque a un nivel más reducido, y yo me crié en dicho ambiente, ambiente que me permitió cubrir aquella etapa de mi vida, hasta los 20 años, disfrutando del deporte y de unas vivencias muy enriquecedoras.
¿Basket como formación o como espectáculo y competición?
-El basket, como el deporte en general, ayuda a la formación y en nuestra propia esencia este apartado está siempre presente, pero no podemos olvidar ni el espectáculo ni la competición, es un todo compacto, un todo unido y compensado.
El Alcázar es un club social. ¿De cuantos jugadores estamos hablando?
-De 202, un 10% menos que el año pasado, algo que no nos preocupa es exceso porque es un dato que constatan todo los clubes de las Balears. ¿Causas? Muchas. Antes el baloncesto era una forma de salir de casa, había pocas distracciones, muchas menos que ahora, y el ir a entrenar era una forma de estar con los amigos y fuera de tu casa. Además, y esto es muy importante, la «oferta» deportiva actual es más amplia y ambiciosa que la de antaño.
Aunque con otras palabras, repetiré una pregunta. ¿La cantera es sagrada?
-Sí, pero formando parte del todo. Lo que deseamos, quienes trabajan el ella, es que nuestro proyecta ilusione al mayor número de niños y niñas, sobre todo porque el basket es un deporte muy adecuado para los menores.
Para usted, el nombramiento del Padre Petrus como Hijo Ilustre de Maó, ¿qué significó?
-«Un descanso ...»; yo no lo conocí, conocía la labor del Padre Petrus, todo cuanto había hecho a través de vosotros, de los que habíais estado con él y yo deseaba hablar del «Pater» a la gente joven... Hoy hablar de valores resulta muy complicado, hoy no todos comprenden que las cosas se hacen sin segundas intenciones, que las hacemos porque las sentimos. Pito Enseñat, que ha estado conmigo desde el primer momento, y yo mismo, estamos en el Alcázar porque nos sentimos realizados, creemos que es bueno... No hay un más allá, una segunda intención.
Conozco vuestra forma de actuar pero, qué buscáis preferentemente, ¿crear jugadores para competir dentro de la cancha y fuera de ella o «ídolos»?.
-Para nada ídolos porque sabemos que muchos de ellos, los ídolos, suelen tener «los pies de barro». A nosotros nos ilusiona formar jugadores que sean sobre todo personas, con personalidad propia y dispuestos a dar, dentro de la pista y fuera de ella, lo mejor de sí; ser buenos jugadores y mejores personas.
Pero los éxitos que están alcanzando algunos jugadores de Menorca debe causar un «alegrón» a sus «padres deportivos». ¿Cierto?
-Efectivamente, incluso creo que Menorca merecería un reconocimiento, porque siendo una isla pequeña, con una densidad de población limitada, está aportando al baloncesto nacional muchos y muy buenos jugadores, y no me refiero al caso «sobresaliente» de Sergi Llull, o al de Agustín Sanz, «promesa-realidad», sino a muchos otros que militan en todas las categorías nacionales, en equipos de entidad... Y pienso que no solo son buenos jugadores, sino deportistas con «cabeza».
El mundo está desquiciado, con estructuras inservibles, con planteamiento egoístas, pero, ¿cuál es tu estado de ánimo? ¿Mantienes el optimismo?
-Por principio soy optimista, lo que ocurre que la estamos en un momento en que deberíamos empezar de cero, porque la agresividad de todos es evidente y peligrosa, y además nadie parece darse cuenta que hay mucha gente que lo pasa mal, muy mal, gente que apenas puede hacer frente a sus necesidades básicas, e incluso ni éstas... Me preocupa este panorama negativo, como también me preocupan aquellos que van con el «cuchillo en la boca», buscando beneficiarse de dicha situación.
¿Qué propondría para una mejora racional y efectiva?
-Seguramente habrá gente que proponga soluciones complejas, más técnicas, yo me apuntaría a un cambio de actitud generalizado, con menos crispación y más solidaridad.
¿Se siente a gusto aquí en Maó y con la camiseta alcazareña?
-Mucho, e incluso integrado en la Isla. Y, aunque me siento catalán porque nací en Barcelona, me siento también menorquín; mis sentimientos van a la par, con muchas connotaciones positivas con Menorca. Aquí nacieron mis dos hijas, y aquí he sido acogido con el máximo cariño, y tanto ni familia como yo nos sentimos felices... Mis amigos, la «familia» del Alcázar y muchas otras cosas han hecho y hacen que me sienta a gusto y un menorquín más.
Me ha dicho que posiblemente va a continuar cuatro años más en la presidencia del equipo «rojo». ¿Razones?
-La crisis ha impuesto toda una serie de «obligaciones», actualmente la gente que podría acceder a la presidencia de un club está muy atareada, carecen de tiempo para dedicarlo a dicho trabajo. Por ello posiblemente deba seguir a pie de obra, y luchar para cancelar la deuda y poder ceder el testigo a quien me suceda sin este lastre, tal como Braulio Vidal me lo dejó a mí, limpio de polvo y paja.
Intuyo un buen ambiente, un buen rollo entre los componentes de su directiva. ¿Lo hay?
-Excelente, porque a todos nos ilusiona el trabajo que venimos desarrollando y que hacemos solo porque nos satisface.
Para sus hijas, sin dejar a Marsé al margen, ¿qué futuro deseas?
-El mejor futuro posible; que sean muy felices en todo cuanto hagan, que gocen de la felicidad de una familia normal, aunque sé que el futuro de cada persona depende de uno mismo. A Marta, la mayor, la veo fuera de la Isla; sus inquietudes, sus estudios posiblemente la obliguen a «emigrar». A Elena, la pequeña, al finalizar sus estudios recaló en Menorca, porque está más apegada a la Isla.
Son un total de 202 jugadores, pero el colectivo que conforman la piña, ¿cuántos son?
-Unos ochocientos, un colectivo predispuesto, la mayoría, a pasarlo bien, a generar una atmósfera de entendimiento muy sano, aunque como presidente desearía que éste relación tuviera una mayor repercusión y frecuencia.
Y a la vida, ¿qué le pide?
-Es difícil concretar, porque entre otras razones me considero afortunado con lo que he recibido. La calidad de vida es aquí maravillosa, hasta el extremo de que cuando salgo de Menorca y me desplazo a Barcelona o a Madrid me da la sensación de que voy a la «selva»... Que mantenga mi actual estatus, me doy por satisfecho, me es suficiente.